LA CALIDAD DE LA DEMOCRACIA
La Fundación Sistema eligió la calidad de la democracia como eje central del VII encuentro Salamanca. Escritores, sociólogos, filósofos y analistas de medios de comunicación repasarán para nosotros los principales signos de debilidad del modelo actual y las oportunidades que, de cara al futuro, se empiezan a vislumbrar.
En los siguientes links se pueden ver los videos del programa La Aventura del Saber de TVE, con entrevistas a los disertantes y demás información:
VIDEO 1 La Calidad de la Democracia I
VIDEO 2 La Calidad de la Democracia II
LIBRE PENSAMIENTO - DECRECIMIENTO
La revista Libre Pensamiento nº 61 Primavera de 2009, publica un dossier sobre decrecimiento en el que aparecen los artículos de Carlos Taibo 'Doce preguntas sobre el decrecimiento'; Jaime Pastor 'ecosocialismo y decrecimiento'; Luis González Reyes 'La práctica del decrecimiento; y Antonio Carretero 'Hacia un sindicalismo ecosocial (y libertario) que elaboramos un resumen en la entrada anterior.
Podes descargarlo aquí
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EL OTRO
En la cabecera de este Blog donde hablo sobre su contenido, introduzco al final del párrafo la figura del “Otro”; como decía allí, de gran trascendencia histórica-ontológica que sin él, ni usted ni yo estaríamos en este planeta; la sociabilidad, el grupo, la comunidad contribuyo desde los primeros Homos a protegerse y alimentarse para subsistir, para luego crear la cultura (construcción de herramientas, manejo del fuego, ceremonias, arte, etc. Pero principalmente el mayor “invento” fue la lengua, permitiéndoles una comunicación y el entendimiento de las cosas y del “Otro”. De aquellos antepasados podemos realmente entender como a pesar de todos los obstáculos (clima, predadores, falta de alimento), subsistieron y pudieron adaptarse y evolucionar como la especie dominante, de ellos debemos aprender, recordar y valorar el mayor fundamento de subsistencia diaria….”la supervivencia del Otro es también la mía”
Este reconocimiento a alguien que no soy yo, pero que contribuyó, contribuye y pregonemos que contribuirá a mí Ser, es importante corresponder, y de este modo, determinar alcances y límites de mis deseos y del Otro, para tener conciencia crítica, reflexiva y preventiva de cuando:
- Mi Ser quiere Ser Otro, sumergiéndose en la inautenticidad.
- El Otro quiere poseer mi Ser, esclavizándome y alienando mi conciencia para su beneficio personal.
Estos dos puntos, remarcados, determinaron desde tiempos pasados y hoy día, por un lado el extravío de la personalidad propia, la autenticidad, la creatividad, imaginación, la perdida de la propia palabra, reflexión y todo lo que sale de mi yo mas intimo; y por otro lado mucho más oscuro y horrendo, la esclavitud, la tortura, el genocidio, la muerte, a través de nacionalismo, ideologías, dogmatismos y creencias.
Hay una frase que desarrolla, trágica y crudamente, lo que quiero expresar; dice:
“No fue el pueblo Alemán, el Ruso, ni los fieles, que planificaron, Auschwitz, el Gulag, la Inquisición y el 11-9; sino fueron el Nazismo, el Comunismo y el fanatismo religioso”.
Por otro lado, donde se plasman los casos de reciprocidades entre dos Seres auténticos, tolerantes, se hace luz: la ayuda sin pretender nada a cambio y sin fines particulares, actuando por el mero hecho de mantener un equilibrio, una paz, una unión, entre hermanos de una misma especie; rememorando lo más primitivo, y primario de nuestra constitución del Ser totalmente libre que lucha y se revela contra las adversidades, que desestabilicen o sean un amenaza para el Otro-yo.
Este reconocimiento a alguien que no soy yo, pero que contribuyó, contribuye y pregonemos que contribuirá a mí Ser, es importante corresponder, y de este modo, determinar alcances y límites de mis deseos y del Otro, para tener conciencia crítica, reflexiva y preventiva de cuando:
- Mi Ser quiere Ser Otro, sumergiéndose en la inautenticidad.
- El Otro quiere poseer mi Ser, esclavizándome y alienando mi conciencia para su beneficio personal.
Estos dos puntos, remarcados, determinaron desde tiempos pasados y hoy día, por un lado el extravío de la personalidad propia, la autenticidad, la creatividad, imaginación, la perdida de la propia palabra, reflexión y todo lo que sale de mi yo mas intimo; y por otro lado mucho más oscuro y horrendo, la esclavitud, la tortura, el genocidio, la muerte, a través de nacionalismo, ideologías, dogmatismos y creencias.
Hay una frase que desarrolla, trágica y crudamente, lo que quiero expresar; dice:
“No fue el pueblo Alemán, el Ruso, ni los fieles, que planificaron, Auschwitz, el Gulag, la Inquisición y el 11-9; sino fueron el Nazismo, el Comunismo y el fanatismo religioso”.
Por otro lado, donde se plasman los casos de reciprocidades entre dos Seres auténticos, tolerantes, se hace luz: la ayuda sin pretender nada a cambio y sin fines particulares, actuando por el mero hecho de mantener un equilibrio, una paz, una unión, entre hermanos de una misma especie; rememorando lo más primitivo, y primario de nuestra constitución del Ser totalmente libre que lucha y se revela contra las adversidades, que desestabilicen o sean un amenaza para el Otro-yo.
¿Y SI LA FELICIDAD ERA OTRA COSA?
Son tiempos de crisis mundial, de modelos de vida frenéticos, de escasos espacios para el placer. "Debemos vivir de forma más simple para que, simplemente, los demás puedan vivir", decía Gandhi. Algunos hacen la prueba...
Creemos que las nubes reciben un trato injusto y que la vida sería infinitamente más pobre sin ellas." Así comienza el Manifiesto de la Sociedad de Observación de Nubes (Cloud Appreciation Society), una institución creada en 2004 por el diseñador y escritor inglés Gavin Pretor-Pinney (Londres, 1968). La asociación ya tiene más de 11.000 adherentes en todo el mundo (su sitio web es http://www.cloudappreciationsociety.org/ ) y su manifiesto declara también lo siguiente: "Creemos que las nubes son para soñadores y que su contemplación beneficia el alma. De hecho, los que piensen en las formas que ven en ellas se ahorrarán la factura del psicoanalista". Y tras la enumeración de otros puntos concluye con esta propuesta: "Alza la vista, maravíllate ante su efímera belleza y vive la vida con la cabeza en las nubes".
Se podría pensar que semejante invitación es ilusoria, ajena a las exigencias de la realidad, nada pragmática e impracticable. Puede ser. Mientras tanto, la Guía del observador de nubes, libro que escribió Pretor-Pinney y publicación oficial de la Sociedad, lleva vendidos casi 200.000 ejemplares (hay edición en castellano). Y no todo queda en la lectura. Se reproducen los observadores dispuestos a vivir con la cabeza en las nubes. Se trata, dicen quienes la experimentan, de una práctica inspiradora, que permite acceder a uno de los tantos maravillosos obsequios que nos brinda la naturaleza, que limpia la mente y el alma y que, por fin, es gratis.
Tiempos complicados
El presente no es el tiempo del cólera que quería Gabriel García Márquez para su novela. Es el tiempo de la gripe A, del dengue, de las candidaturas testimoniales, de la inflación real y las estadísticas irreales, del piquete constituido casi en profesión y en obstáculo cotidiano, de violencia en las calles, en las rutas, en las tribunas, en los atriles, de consumo desbocado de ansiolíticos, de inseguridades varias y crecientes (desde la física hasta la laboral), de apelación masiva a variadas terapias. Es el tiempo de la mayor crisis económica mundial y de la sonora ruptura de una burbuja, aquella en la que estaba envuelta la ilusión de una vida a todo consumo, rodeada de seguridades, acolchada en la creencia de que el progreso económico y el desarrollo tecnológico, unidos, casi podrían hacernos inmortales.
En semejante tiempo, ¿qué significa observar nubes? Si, además de ser una práctica concreta y al parecer fascinante, se la considera como una metáfora, acaso la invitación a observar las curiosas formas de cumulonimbos, estratos, nimbostratos, cirros, cirrostratos y demás sea una convocatoria a una nueva forma de vida, más simple, pero no menos significativa. Músicos, escritores, pintores, escultores, dramaturgos, actores pueden dar fe de cuánto arte hay en la simplicidad. Y esta experiencia es también la de quien, como espectador u oyente, recibe esa simplicidad.... (para seguir leyendo el artículo completo haga clik aquí)
Por Sergio Sinay - Diario La Nación -
Creemos que las nubes reciben un trato injusto y que la vida sería infinitamente más pobre sin ellas." Así comienza el Manifiesto de la Sociedad de Observación de Nubes (Cloud Appreciation Society), una institución creada en 2004 por el diseñador y escritor inglés Gavin Pretor-Pinney (Londres, 1968). La asociación ya tiene más de 11.000 adherentes en todo el mundo (su sitio web es http://www.cloudappreciationsociety.org/ ) y su manifiesto declara también lo siguiente: "Creemos que las nubes son para soñadores y que su contemplación beneficia el alma. De hecho, los que piensen en las formas que ven en ellas se ahorrarán la factura del psicoanalista". Y tras la enumeración de otros puntos concluye con esta propuesta: "Alza la vista, maravíllate ante su efímera belleza y vive la vida con la cabeza en las nubes".
Se podría pensar que semejante invitación es ilusoria, ajena a las exigencias de la realidad, nada pragmática e impracticable. Puede ser. Mientras tanto, la Guía del observador de nubes, libro que escribió Pretor-Pinney y publicación oficial de la Sociedad, lleva vendidos casi 200.000 ejemplares (hay edición en castellano). Y no todo queda en la lectura. Se reproducen los observadores dispuestos a vivir con la cabeza en las nubes. Se trata, dicen quienes la experimentan, de una práctica inspiradora, que permite acceder a uno de los tantos maravillosos obsequios que nos brinda la naturaleza, que limpia la mente y el alma y que, por fin, es gratis.
Tiempos complicados
El presente no es el tiempo del cólera que quería Gabriel García Márquez para su novela. Es el tiempo de la gripe A, del dengue, de las candidaturas testimoniales, de la inflación real y las estadísticas irreales, del piquete constituido casi en profesión y en obstáculo cotidiano, de violencia en las calles, en las rutas, en las tribunas, en los atriles, de consumo desbocado de ansiolíticos, de inseguridades varias y crecientes (desde la física hasta la laboral), de apelación masiva a variadas terapias. Es el tiempo de la mayor crisis económica mundial y de la sonora ruptura de una burbuja, aquella en la que estaba envuelta la ilusión de una vida a todo consumo, rodeada de seguridades, acolchada en la creencia de que el progreso económico y el desarrollo tecnológico, unidos, casi podrían hacernos inmortales.
En semejante tiempo, ¿qué significa observar nubes? Si, además de ser una práctica concreta y al parecer fascinante, se la considera como una metáfora, acaso la invitación a observar las curiosas formas de cumulonimbos, estratos, nimbostratos, cirros, cirrostratos y demás sea una convocatoria a una nueva forma de vida, más simple, pero no menos significativa. Músicos, escritores, pintores, escultores, dramaturgos, actores pueden dar fe de cuánto arte hay en la simplicidad. Y esta experiencia es también la de quien, como espectador u oyente, recibe esa simplicidad.... (para seguir leyendo el artículo completo haga clik aquí)
Por Sergio Sinay - Diario La Nación -
ALAIN DE BOTTON: UNA FILOSOFÍA DEL ÉXITO MÁS BENÉVOLA Y MODERADA
Alain de Botton examina nuestras ideas sobre el éxito y el fracaso, y cuestiona las suposiciones subyacentes de estas dos valoraciones. ¿El éxito es para siempre merecido? ¿Lo es el fracaso? Hace una elocuente y aguda argumentación para ir más allá del esnobismo y encontrar el verdadero placer en del trabajo.
(ELIJE LA OPCION DE SUTITULO EN ESPAÑOL)
(ELIJE LA OPCION DE SUTITULO EN ESPAÑOL)
ESPIRITU DE LIBERTAD
Aunque no todos los seres humanos son libres, su sentido de la vida y su “religiosidad”, debe radicar en obtenerla en todo momento basándose en que se cumpla su derecho universal primario. En esos instantes, auténticos, puros y ontológicamente supremos, resurge de la oscuridad, la pasividad, el encadenamiento; el Espíritu Humano mas preciado, el de la LIBERTAD.
Obra de mi Autoria "Espíritu de libertad" tecnica mixta medidas 129 x 92 cm -2009-
CONQUISTA Y COLONIZACIÓN DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS
De quienes no quisieron ser vistos.
Busco en la obra, extrañamente no ser apreciada en su totalidad de forma directa, frente al cuadro. El observador debe moverse, buscar, “descubrir”, hacia los lados lo que refleja la obra en su totalidad. Las apreciaciones estética del movimiento para “localizar” las figuras, los colores, las imágenes pretende establecer una conexión entre la visión desde el cuadro y hacia él, una interacción enteramente subjetiva, solo condicionada por su título.
Obra de mi Autoria. "CONQUISTA Y COLONIZACIÓN" Medidas: 129 x 92 cm técnica mixta.
Busco en la obra, extrañamente no ser apreciada en su totalidad de forma directa, frente al cuadro. El observador debe moverse, buscar, “descubrir”, hacia los lados lo que refleja la obra en su totalidad. Las apreciaciones estética del movimiento para “localizar” las figuras, los colores, las imágenes pretende establecer una conexión entre la visión desde el cuadro y hacia él, una interacción enteramente subjetiva, solo condicionada por su título.
Obra de mi Autoria. "CONQUISTA Y COLONIZACIÓN" Medidas: 129 x 92 cm técnica mixta.
POR UNA VIDA MAS FRUGAL
La filosofía del 'decrecimiento' reivindica que debemos trabajar menos para vivir mejor. Propone una crítica constructiva y pluridisciplinar que ponga en cuestión la búsqueda obsesiva del "cada vez más"
En el origen de la grave crisis actual hay una nueva manifestación de la desmesura, de la búsqueda infinita de omnipotencia. Las empresas y entidades financieras han estado persiguiendo obtener unos beneficios en crecimiento perpetuo. En esta búsqueda incesante del "cada vez más", los mercados existentes no bastaban, y hubo que crear mercados incluso donde no existían. Las consecuencias de todo ello en la economía real serán por desgracia de amplio alcance, y afectarán especialmente a los más débiles. Como consecuencia de esta crisis, la mayoría de nuestros dirigentes, antes neoliberales, de repente parecen haber descubierto a Lord Keynes. Pues bien, ¿qué es lo que Keynes nos dice? "La dificultad no es tanto concebir nuevas ideas como saber librarse de las antiguas".
Eso es lo que pretende el movimiento del "decrecimiento", que propone una crítica constructiva, argumentada, pluridisciplinar, de rechazo de los límites que constriñen nuestras sociedades contemporáneas, para así poder liberarnos de ese "cada vez más". La filosofía del decrecimiento trata de explicar que en muchas ocasiones "menos es más".
¿Qué es exactamente lo que está ocurriendo en nuestros días? No estamos padeciendo una crisis sino un conjunto de ellas: crisis ecológica (energética, climática, pérdida de la biodiversidad, etcétera); crisis social (individual y colectiva, aumento de las desigualdades entre las naciones y en el seno de las mismas, etcétera); crisis cultural (inversión de valores, pérdida de referentes y de las identidades, etcétera); a lo que ahora se añade la doble crisis financiera y económica. Todas ellas no son crisis aisladas, sino más bien el resultado de un problema estructural, sistémico: cuyo origen está en la desmesura, en la búsqueda obsesiva del "cada vez más".
¿Qué se puede decir sobre la crisis económica desde el punto de vista de quienes somos "objetores al crecimiento"? Que nadie se equivoque, porque decrecimiento no es sinónimo de recesión. Tal como escribí hace más de dos años: "No hay que elegir entre crecimiento o decrecimiento, sino más bien entre decrecimiento y recesión. Si las condiciones ambientales, sociales y humanas impiden que siga el crecimiento, debemos anticiparnos y cambiar de dirección. Si no lo hacemos, lo que nos espera es la recesión y el caos".
Ahora hemos entrado en recesión, pero que nadie se confunda, no en una sociedad de "decrecimiento". Para empezar, no hemos cambiado nuestra organización social, y en la actual organización todas las instituciones y mecanismos redistributivos se nutren de la idea del crecimiento. En una sociedad así, cuando el crecimiento falta, la situación es inevitablemente dramática. El decrecimiento es algo totalmente distinto. Significa crecer en humanidad, esto es, teniendo en cuenta todas las dimensiones que constituyen la riqueza de la vida humana.
El decrecimiento no es un crecimiento negativo, ni propugna tampoco una recesión ni una depresión; sería ridículo tomar nuestro sistema actual y ponerlo del revés y de esa manera intentar superarlo. El decrecimiento supone que debemos desacostumbrarnos a nuestra adicción al crecimiento, descolonizar nuestro imaginario de la ideología productivista, que está desconectada del progreso humano y social. El proyecto del decrecimiento pasa por un cambio de paradigma, de criterios, por una profunda modificación de las instituciones y un mejor reparto de la riqueza.
Es claro que el crecimiento económico pretende aliviar la suerte de los más desfavorecidos sin tocar demasiado las rentas de los más ricos, para no enfrentarse a su reacción política. En ese sentido, el decrecimiento pasa necesariamente por una redistribución (restitución) de la riqueza.
En un mundo de recursos limitados, las cosas no pueden crecer de manera indefinida. Por eso, "la objeción al crecimiento" habla de la necesidad de compartir, el regreso de la sobriedad, en particular para aquellos que sobreconsumen. Hacemos nuestras estas palabras de Evo Morales, presidente de la República de Bolivia, que el 24 de septiembre de 2008 afirmó en la Asamblea General de las Naciones Unidas: "No es posible que tres familias tengan rentas superiores a la suma de los PIB de los 48 países más pobres (...) Estados Unidos y Europa consumen de media 8,4 veces más que la media mundial. Es necesario que bajen su nivel de consumo y reconozcan que todos somos huéspedes de una misma tierra".
Hay que acabar con la idea de que "el crecimiento es progreso" y la condición sine qua non de un desarrollo justo. El crecimiento es adornado por sus defensores con todas las virtudes, por ejemplo en materia de empleo. Sin embargo, como dijo Juan Somavia, director general de la OIT, en su informe de enero de 2007: "Diez años de fuerte crecimiento no han tenido más que un leve impacto -y sólo en un pequeño puñado de países- en la reducción del número de trabajadores que viven en la miseria junto con sus familias. Así como tampoco ha hecho nada por reducir el paro". En efecto, los beneficios empresariales han sido tan enormes que ni siquiera un crecimiento fuerte ha podido crear empleo, de ahí la persistencia del paro. La recesión agrava brutalmente este problema. Pero es ilusorio pensar que, para que todo el mundo tenga trabajo, lo que hay que hacer es restaurar el crecimiento económico y aumentar cada vez más las cantidades producidas; esta sobreproducción no tiene ningún sentido, no consigue el pleno empleo y, encima, compromete gravemente las condiciones de supervivencia del planeta.
Volvamos a Keynes, aunque no el que relanza las economías desfallecientes gracias a la intervención del Estado, sino al que escribía en sus Perspectivas económicas para nuestros nietos (1930) que sus nietos (es decir, nuestra generación) deberían liberarse de la coacción económica, trabajar 15 horas semanales y tender a una mayor solidaridad que permitiese compartir el nivel de producción ya alcanzado. No hacerlo así, según él, nos llevaría a caer en una "depresión nerviosa universal".
La filosofía del decrecimiento hoy dice que debemos trabajar menos para vivir mejor. No tener la mira puesta en el poder adquisitivo (que a menudo es engañoso y reduce al hombre a la única dimensión de consumidor), sino buscar el poder de vivir. Se trata de cambiar la actual organización de la producción y repartir mejor el trabajo: utilizar los beneficios obtenidos para que todos trabajen moderadamente y todas las personas tengan un empleo. Esta reorganización debe ir acompañada de una revisión de las escalas salariales. No es aceptable que algunos empresarios ganen varios centenares o miles de veces más el salario de sus propios trabajadores.
Reducir la cantidad de trabajo permitiría asimismo que pudiésemos llevar una vida más equilibrada, que nos realizáramos a través de cosas que no sean la sola actividad profesional: vida familiar, participación en la dinámica del barrio, vida asociativa, y también actividad política, práctica de las artes...
Un modo de vida más frugal, que se tomara en serio los valores humanistas y tuviese en cuenta la belleza, conduciría a producir menos pero con mejor calidad. Una producción de calidad pide habilidad y tiempo, y ofrecería empleos numerosos y más gratificantes. Supone no recurrir sistemáticamente a la potencia industrial (exige sobriedad energética) lo cual mejoraría la necesidad de fuerza de trabajo (como se observa al comparar la agricultura intensiva, muy mecanizada, gran consumidora de petróleo pero parca en mano de obra, con la agricultura biológica). De esta manera, quizá también se pudiese equilibrar mejor trabajo intelectual y trabajo manual, y combatir al mismo tiempo la epidemia de obesidad que padecen nuestras sociedades demasiado sedentarias.
Devolver el protagonismo a la persona, restaurar el espíritu crítico frente al modelo dominante del "cada vez más" y abrir el debate sobre nuestra forma de vivir y sus límites, saber tomarse tiempo para mantener una relación equilibrada con los demás, ése es el camino que propone la filosofía del decrecimiento. Se trata de sustituir el crecimiento estrictamente económico por un crecimiento "en humanidad". Es una tarea estimulante, un desafío que merece la pena intentar.
Nicolas Ridoux es autor de Menos es más. Introducción a la filosofía del decrecimiento (Los Libros del Lince).
Artículo del Diario El PAÍS -
En el origen de la grave crisis actual hay una nueva manifestación de la desmesura, de la búsqueda infinita de omnipotencia. Las empresas y entidades financieras han estado persiguiendo obtener unos beneficios en crecimiento perpetuo. En esta búsqueda incesante del "cada vez más", los mercados existentes no bastaban, y hubo que crear mercados incluso donde no existían. Las consecuencias de todo ello en la economía real serán por desgracia de amplio alcance, y afectarán especialmente a los más débiles. Como consecuencia de esta crisis, la mayoría de nuestros dirigentes, antes neoliberales, de repente parecen haber descubierto a Lord Keynes. Pues bien, ¿qué es lo que Keynes nos dice? "La dificultad no es tanto concebir nuevas ideas como saber librarse de las antiguas".
Eso es lo que pretende el movimiento del "decrecimiento", que propone una crítica constructiva, argumentada, pluridisciplinar, de rechazo de los límites que constriñen nuestras sociedades contemporáneas, para así poder liberarnos de ese "cada vez más". La filosofía del decrecimiento trata de explicar que en muchas ocasiones "menos es más".
¿Qué es exactamente lo que está ocurriendo en nuestros días? No estamos padeciendo una crisis sino un conjunto de ellas: crisis ecológica (energética, climática, pérdida de la biodiversidad, etcétera); crisis social (individual y colectiva, aumento de las desigualdades entre las naciones y en el seno de las mismas, etcétera); crisis cultural (inversión de valores, pérdida de referentes y de las identidades, etcétera); a lo que ahora se añade la doble crisis financiera y económica. Todas ellas no son crisis aisladas, sino más bien el resultado de un problema estructural, sistémico: cuyo origen está en la desmesura, en la búsqueda obsesiva del "cada vez más".
¿Qué se puede decir sobre la crisis económica desde el punto de vista de quienes somos "objetores al crecimiento"? Que nadie se equivoque, porque decrecimiento no es sinónimo de recesión. Tal como escribí hace más de dos años: "No hay que elegir entre crecimiento o decrecimiento, sino más bien entre decrecimiento y recesión. Si las condiciones ambientales, sociales y humanas impiden que siga el crecimiento, debemos anticiparnos y cambiar de dirección. Si no lo hacemos, lo que nos espera es la recesión y el caos".
Ahora hemos entrado en recesión, pero que nadie se confunda, no en una sociedad de "decrecimiento". Para empezar, no hemos cambiado nuestra organización social, y en la actual organización todas las instituciones y mecanismos redistributivos se nutren de la idea del crecimiento. En una sociedad así, cuando el crecimiento falta, la situación es inevitablemente dramática. El decrecimiento es algo totalmente distinto. Significa crecer en humanidad, esto es, teniendo en cuenta todas las dimensiones que constituyen la riqueza de la vida humana.
El decrecimiento no es un crecimiento negativo, ni propugna tampoco una recesión ni una depresión; sería ridículo tomar nuestro sistema actual y ponerlo del revés y de esa manera intentar superarlo. El decrecimiento supone que debemos desacostumbrarnos a nuestra adicción al crecimiento, descolonizar nuestro imaginario de la ideología productivista, que está desconectada del progreso humano y social. El proyecto del decrecimiento pasa por un cambio de paradigma, de criterios, por una profunda modificación de las instituciones y un mejor reparto de la riqueza.
Es claro que el crecimiento económico pretende aliviar la suerte de los más desfavorecidos sin tocar demasiado las rentas de los más ricos, para no enfrentarse a su reacción política. En ese sentido, el decrecimiento pasa necesariamente por una redistribución (restitución) de la riqueza.
En un mundo de recursos limitados, las cosas no pueden crecer de manera indefinida. Por eso, "la objeción al crecimiento" habla de la necesidad de compartir, el regreso de la sobriedad, en particular para aquellos que sobreconsumen. Hacemos nuestras estas palabras de Evo Morales, presidente de la República de Bolivia, que el 24 de septiembre de 2008 afirmó en la Asamblea General de las Naciones Unidas: "No es posible que tres familias tengan rentas superiores a la suma de los PIB de los 48 países más pobres (...) Estados Unidos y Europa consumen de media 8,4 veces más que la media mundial. Es necesario que bajen su nivel de consumo y reconozcan que todos somos huéspedes de una misma tierra".
Hay que acabar con la idea de que "el crecimiento es progreso" y la condición sine qua non de un desarrollo justo. El crecimiento es adornado por sus defensores con todas las virtudes, por ejemplo en materia de empleo. Sin embargo, como dijo Juan Somavia, director general de la OIT, en su informe de enero de 2007: "Diez años de fuerte crecimiento no han tenido más que un leve impacto -y sólo en un pequeño puñado de países- en la reducción del número de trabajadores que viven en la miseria junto con sus familias. Así como tampoco ha hecho nada por reducir el paro". En efecto, los beneficios empresariales han sido tan enormes que ni siquiera un crecimiento fuerte ha podido crear empleo, de ahí la persistencia del paro. La recesión agrava brutalmente este problema. Pero es ilusorio pensar que, para que todo el mundo tenga trabajo, lo que hay que hacer es restaurar el crecimiento económico y aumentar cada vez más las cantidades producidas; esta sobreproducción no tiene ningún sentido, no consigue el pleno empleo y, encima, compromete gravemente las condiciones de supervivencia del planeta.
Volvamos a Keynes, aunque no el que relanza las economías desfallecientes gracias a la intervención del Estado, sino al que escribía en sus Perspectivas económicas para nuestros nietos (1930) que sus nietos (es decir, nuestra generación) deberían liberarse de la coacción económica, trabajar 15 horas semanales y tender a una mayor solidaridad que permitiese compartir el nivel de producción ya alcanzado. No hacerlo así, según él, nos llevaría a caer en una "depresión nerviosa universal".
La filosofía del decrecimiento hoy dice que debemos trabajar menos para vivir mejor. No tener la mira puesta en el poder adquisitivo (que a menudo es engañoso y reduce al hombre a la única dimensión de consumidor), sino buscar el poder de vivir. Se trata de cambiar la actual organización de la producción y repartir mejor el trabajo: utilizar los beneficios obtenidos para que todos trabajen moderadamente y todas las personas tengan un empleo. Esta reorganización debe ir acompañada de una revisión de las escalas salariales. No es aceptable que algunos empresarios ganen varios centenares o miles de veces más el salario de sus propios trabajadores.
Reducir la cantidad de trabajo permitiría asimismo que pudiésemos llevar una vida más equilibrada, que nos realizáramos a través de cosas que no sean la sola actividad profesional: vida familiar, participación en la dinámica del barrio, vida asociativa, y también actividad política, práctica de las artes...
Un modo de vida más frugal, que se tomara en serio los valores humanistas y tuviese en cuenta la belleza, conduciría a producir menos pero con mejor calidad. Una producción de calidad pide habilidad y tiempo, y ofrecería empleos numerosos y más gratificantes. Supone no recurrir sistemáticamente a la potencia industrial (exige sobriedad energética) lo cual mejoraría la necesidad de fuerza de trabajo (como se observa al comparar la agricultura intensiva, muy mecanizada, gran consumidora de petróleo pero parca en mano de obra, con la agricultura biológica). De esta manera, quizá también se pudiese equilibrar mejor trabajo intelectual y trabajo manual, y combatir al mismo tiempo la epidemia de obesidad que padecen nuestras sociedades demasiado sedentarias.
Devolver el protagonismo a la persona, restaurar el espíritu crítico frente al modelo dominante del "cada vez más" y abrir el debate sobre nuestra forma de vivir y sus límites, saber tomarse tiempo para mantener una relación equilibrada con los demás, ése es el camino que propone la filosofía del decrecimiento. Se trata de sustituir el crecimiento estrictamente económico por un crecimiento "en humanidad". Es una tarea estimulante, un desafío que merece la pena intentar.
Nicolas Ridoux es autor de Menos es más. Introducción a la filosofía del decrecimiento (Los Libros del Lince).
Artículo del Diario El PAÍS -
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