LA MÍSTICA EN MI ARTE, Y EL ARTE DE ESA MÍSTICA?

 


LA MÍSTICA EN MI ARTE, Y EL ARTE DE ESA MÍSTICA?

Teúrgia, misterios, simbología, creatividad y ética

 

El símbolo es el alma de los enigmas

Claude-Francois Menestriere

 

Este humilde escrito, como tantos, no dejara de tener la impronta que le doy a  los mismos, será denso, retorcido y tal vez no tan fácil de entender, mas con un tema tan difícil de explicar con palabras como este..Pero si lo “refinaría” no seria propio, no sería mi voz, siempre en primera persona. Tengo una obligación de publicarlo; pido de antemano las disculpas del caso .gracias.

 

Ante todo, comenzare con una historia personal que me fue relatada por mi hermano, que es muchísimo mas memorioso que yo,  hace poco tiempo yo realmente ni lo recuerdo. Esto aconteció hace mucho tiempo atrás, casi 40 años en nuestra infancia, en nuestro hogar de nacimiento. Yo habré tenido 5 o 6 años. Voy a tratar de ser breve.

-El me decía que; mi hermana, hermano y yo dormíamos, los tres en la misma habitación, y cada cama estaba en uno de los extremos de la misma junto a una pared. Mi hermano y hermana sobre sus camas tenían como decoración u ornamento, uno o más cuadros. El tema era que sobre mi cama no había ninguno. Entonces el me contó, que yo un día, solo, comencé con un lápiz o cerita-crayón a dibujar cuadrados o rectángulos y dentro de los mismos figuras, garabatos o lo que sea, simulando un cuadro. Mas fácil hubiera sido pedir a mi madre un cuadro para mi, tal vez lo hice, no sé, igual decidí hacerlo, crearlo yo solo, sin objetos materiales..Símbolizarlo?. Y no solo eso, había dibujado; me decía mi hermano; el marco, el soporte y el clavo correspondiente en donde se “sujetaba” el supuesto cuadro, todo sobre la pared….y estábamos yo, el cuadro y un amigo, Memori, ese era su nombre, o el que le di; mi amigo, el amigo…no importaba que era, o es, como dicen… imaginario, yo lo sentía, lo vivía REAL.

Esto me ha dado mucho que pensar con mi hoy, lo que fui, soy y seré…solo tenía 5 o 6 años…Creo que hoy después de tanto “contenido-conocimientos” en el medio; hoy día estoy tendiendo o buscando una “purificación”  del alma(disculpen la pedantería); en lo que líneas mas abajo iré describiendo. Me dirigiré o trataré de acercarme a ese niño libre-puro que creaba humildemente desde, personas, arte, un cuadro,  mundos, desde la imaginación inocente propias de esa edad, si había conocimientos a esa temprana edad, era un conocimiento intimo-ínsito, no a-prendido.….mas no puedo ni quiero teorizar…solo yo sentí y siento lo vivido….pero debía comentarlo previamente ya que puede dar un atisbo de a donde quiero conducir-los.

Desde que he comenzado con mi humilde emprendimiento, podría decirse artístico-artesanal, que llevó de nombre en sus orígenes Valkiria Artesanias y luego Valkiria Cuadros; aquí en mi pueblo natal, Armstrong, Santa Fe, plena pampa húmeda, en un entorno agrícola ganadero, en donde podría decirse que soy, del campo, habitante del campo, o sea Pagano, una persona con mentalidad labriega,  y un poco tosco en esto de la escritura y otras cosas; hasta el día de hoy continuo tratando de tender perfeccionarme en mi Arte en mi Ser en todo sentido, con aciertos y errores pero buscando mejorar/mejorarme de continuo.  En este humilde oficio, creo Ser un privilegiado, ya que en mi trabajo diario, el cual me pagan por hacerlo, a su vez tengo la oportunidad-tiempo de experimentar-vivenciar lo que comentaré más abajo, y que al no saber que definición darle de mis prácticas y experiencias, las llamé  Mística, pero también o tal vez esta mas cerca de ser un Arte Teúrgico, que es una forma mas bien activa u operativa que una pura contemplación. Porque veía que no hay una oración, una gnosis o un nirvana que solo por hacerlo-practicarlo nos otorga un “estado” de conciencia como vía espiritual, el cual,  desean algunos, alcanzar en un instante…no no…todo lleva mucho tiempo y trabajo, alcanzar un mejoramiento del alma, solo puede ser posible por la virtud, y la virtud es cosa de la sabiduría, que solo puede alcanzarse a través de la filosofía. Dedicarse y dedicarle a esta y a las prácticas que la complementan, como la teúrgia, una “entrega” perseverante, constante,  comprometida. Hay que otear las formas en nuestro interior, la vía mística-teúrgica puede ser un medio para encontrar una sabiduría del corazón. No hay una forma, o formulas pre-determinadas, no hay manuales…los que debemos si, es ejercitar es nuestra Intuición, porque la intuición designa a una comprensión o percepción global de las cosas como complemento al de razonamiento “normal”, como si uno las estuviera contemplando, viene de una forma del latín tardío intuitio, intuitionis, generada a partir del verbo latino intueri (tener la vista fija sobre algo, fijarse en, contemplar y ver), viene de la raíz Tueri, que es velar por algo o alguien. Porque, creo, que en cada Ser humano hay una “chispa” divina un conocimiento trascendental, me atrevo a decir. Es el secreto, el misterio dentro de cada uno que nos puede alumbrar un nuevo camino dentro de tanta oscuridad, una oscuridad que esta dentro no fuera, no se si tal vez oscuridad o mejor decir una pasividad de conciencia; porque debemos lograr poder llegar a otros niveles de conciencia; solo así comenzaremos a despertar de ese largo sueño. Pero como nos decía Platón, hay que salir de la caverna y ver, contemplar la luz, la realidad, no por "sombras"..debemos verla nosotros mismos...ver-sentir la verdad en si y no a través de sobras u Otros que nos dicen que es la verdad.

Sigo. Como decía aquí, nació un oficio autodidacta, una arte, una forma de crear y de re-crear, proyectos en todo momento; hace ya más de 12 años, que nació a su vez, en esos momentos, comenzar a reflexionar, a interiorizarme, a leer, a ejercitar el pensamiento autodidácticamente, humildemente, sin escuelas, teorías o dogmas que me “acompañen”. He pasado por múltiples temas, autores, posturas, experiencias, situaciones; siempre fluyendo, cambiando, siempre en pos de mejorar y mejorarme a mi mismo y desde allí, poder comprender, adquirir conocimientos o un tipo de conocimientos y analizar la realidad histórica y actual, desde el pensamiento, la filosofía, la ética, la cultura; siempre a la par de mí trabajo en el taller. Como fue transformándose o cambiando para mejorar mi “técnica “en lo artístico, ensayo y error; así también fue fluyendo y cambiando mi pensamiento, equivocado o no, con errores, deficiencias, malas interpretaciones, que todavía siguen o seguirán visitándome, pero siempre buscando modos, formas de acercarme a lograr lo mejor, lo bueno, lo aceptable, para un mejor comprender/me, e interpretar.

Tiempo atrás, todo esto de la espiritualidad, la mística era algo ajeno a mí; tal vez estaba en mí, pero no “salía” o despertaba. Lo mejor será leer desde mis primeros humildes escritos-ensayos hasta hoy, para saber de que estoy hablando. Hay todo un trayecto, una camino que creo hoy día es de agradecer ya que me otorgo algunos despertares intuitivos. Eso es lo importante creo en cada ser humano, tenemos la libertad de cambiar, de fluir, de reconocer nuestros errores; seria muy aburrido, monótono y nada creativo o fértil que siempre seamos lo mismo, creídos que ya todo lo sabemos, creídos que el “dogma” que nos han impuesto de pequeños regirá toda nuestra vida….puede ser o no…esta en cada uno ser valientes y arriesgarse..o ..pasivamente…ver como fluye el mundo y me quedo “mirándolo sentado”, como hacen algunos. Opino que si hoy pensaste algo luego de reflexionarlo bien y es contradictorio a lo que pensaste ayer o hace años…no pasa nada…así es  la Vida realmente Humana y humanista, nos equivocamos. Debemos cambiar para mejorar/nos si es el caso; el y los Otros lo agradecerán hoy  o mañana.

Por todo esto dicho…repito, la archi conocida frase: Conócete a ti mismo’ es una inscripción grabada en el frontispicio del templo Apolo de Delfos (Siglo IV a.C.). El peregrino  podía leer:

Te advierto quienquiera que fueres, ¡oh! Tú, que   deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo, aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias? 

En ti se halla oculto el tesoro de los tesorosConócete a ti mismo 

y conocerás el universo y a los dioses!”

“Conozcamos” quien es mi/tu quien…pero…….francamente no para la apariencia, sin engaños…luego podremos seguir haciendo realidad, mundo...solo la propia experiencia nos ira alumbrando el camino. Fluyamos .¿qué “método” utilizar?.....no lo se bien…yo ahora, Septiembre de 2020, plena pandemia covid-19, en donde a parte de todo lo publico conocido, Salió a la luz lo mejor pero también lo peor de nuestra condición humana; hay un estado o sentimiento generalizado nunca vivido a nivel global, es una situación limite, pero creo que puede ser una oportunidad-forzada, o es el momento de reeplantearlo Todo, comenzado  auto-conocernos … Hoy camino por una senda, en la que nunca transité, trataré en lo posible, líneas abajo intentar describirla, no será fácil, pero vale el intento…si luego quiero “pulir” aun mas mi conocimiento, podre hacerlo en alguna “escuela” iniciática, pero creo que antes debo saber-conocerme quien soy, de donde vengo y a donde pretendo ir.

Comenzare …

Para tener una visión mas clara de lo que me refiero al titulo y al tema de este escrito, tratare de definir desde varios autores, los  términos Místico o Mística y Arte

Primero, Místico o Mística, son palabras polisémicas o sea tienen varias acepciones, o definiciones, ya que pueden ser abordadas desde diferentes áreas de estudio, desde la filosófica, la psicología, la religión, la sociología, etc. Yo siguiendo a una definición general e imprecisa pero que creo puede ser abarcadora, la tomo de Martin Velasco el cual nos dice que la mística hace referencia a experiencias interiores, inmediatas, fruitivas, que se padecen, que tienen lugar en el nivel de la conciencia que supera la que rige en la experiencia ordinaria y objetiva, de la unión –cualquiera sea la forma en que se la viva- del fondo del sujeto con el todo, el universo, lo absoluto, lo divino, Dios, el Espíritu – y agrego yo-  el-los Otro/s.

Creo que la experiencia mística a pesar de ser un fenómeno propio, no debe quedar subsumido a cada persona que lo experimente; debe ir más allá. Puede ser esta vía una escuela, una forma de aprendizaje, una paideia del alma, auto-didáctica, inacabable, pero glorificante. Que cada iniciado sufra-padezca-vivencie una transformación interna, un conocimiento “superior” gnosis (y aclaro gnosis y no gnostisismo); pero que tienda al exterior, que no desdeñe a la materia, sino que asimile que es parte del Ser, que luego salga “al mundo”…mejorado como humano, como Otro-hacia los Otros….sino es vacua...esta debe dar, crear, aportar algo al mundo, a los Otros; en palabras de Teresa de Jesús esta experiencia debe dar “frutos y obras”, aún contra todo lo dado, el sistema y lo institucionalizado o lo impuesto socialmente, las cuales el místico ve, o percibe, que no logran la emancipación social, cultural  y principalmente espiritual del individuo.  Ya que el místico tiene una actitud no gregaria, de no confundir una actitud de un solipsismo antropológico militante, sino mas bien de una búsqueda de autonomía reflexiva y espiritual;  y además el místico, podría decirse que tiene una actitud a-sistema; no le interesa el poder, esto no quiere decir que no cumpla con una ley democrática por ejemplo, sino mas bien que toda estructura de poder del "sistema", como digo las respeta pero las deja a un lado, ni le interesa porque ve que coercionan el espíritu humano. 

En lo referente al término Arte, también podría decirse que es polisémica; tiene varias interpretaciones;  comenzare desglosando su etimología para ver el sentido real del mismo que quiero alcanzar: Tiene origen en el latín en las formas Ars, Artis, sobre una raíz griega en téchnē. En su sentido etimológico es una habilidad adquirida y como tal se opone a las facultades otorgadas por la naturaleza o natura y, por otra parte, al conocimiento riguroso de la realidad, la ciencia o scentia. Una disciplina como la matemática es puramente científica, mientras que la destreza para tallar un cuadro y/o pintarlo una es un arte; en el mundo latino el término griego techne se tradujo como ars. La actividad artística en el mundo griego no se entendía exclusivamente como una habilidad para crear cosas estéticas. De hecho, en su sentido más remoto la techne para los griegos estaba relacionada con el vínculo maestro-discípulo. O sea en definitiva el Arte es una destreza o habilidad, pero a su vez en una conexión, una vìa que une, que comunica en pos de crear /se, de generar/se, de construir/se.

 

Desde el tiempo posterior a los presocráticos, algunos filósofos y otros muchos señores se empeñaron de hacer metafísica, hacer filosofía, ontología del sujeto humano, o de la realidad; desde un “lugar” una “forma” al nivel de las ciencias, que son objetivantes/objetivadoras, no quisieron o supieron “apartarse de lo tangible”, por un momento; muchas veces lo invisible es mas Real que lo visible u objetivo; o como decían los neoplatonicos, "la verdadera belleza es invisible"; el mundo se mueve de sentimientos, odios, amores, indeterminaciones, azar. La existencia de cada uno de nosotros  NO puede estar determinada o “medida” en base a estudios científicos o técnicos. Podremos medir la presión sanguínea, o la altura de una persona, qué edad tiene, etc;  pero su Ex.sistencia, su infinitud, su Ser, su misterio mas hondo, es imposible determinarla, encuadrarla…y, esperemos que siga así.

La vida de cada una/uno en sus experiencias personales, son propias y vivenciadas (lebenswelt) desde cada perspectiva, a través de un desarrollo histórico y social propio, desde cada Verdad de ser; repito, si no soy claro; son únicas; in-transferibles, in-comunicables in-objetivas….se podrá intentar aplicar un método para estudiarlas, o hacer ciencia, pero nunca se llegara por completo a explicarlas o comprenderlas…hay una infinitud ontológica inabarcable…y el fenómeno místico que yo he experimentado es “algo” de lo que tratare de relatar, narrar; pero nunca definiré por completo, ni pretendo hacerlo.

Yo mismo, en mi propia experiencia podre decir en palabras algo que me parece, estar  narrando o relatando lo vivenciado, pero siempre condicionado a mi acotado vocabulario; sumado a que soy una persona, como dicen, “callada, reservada, misteriosa?” no me gusta hablar mucho realmente, prefiero la escucha; lo verán reflejado en lo que escribo, es limitado, tosco, campestre, como siempre digo…pero sincero- verdadero, propio. Si no lo puedo explicar yo, menos algo o alguien lo podrá hacer. Por ello yo ni nadie explicara con palabras, un sentir profundo-hondo (no hondura en un sentido de bajar, de inferioridad, sino al contrario de subir, de Ser-mas, de “ver mas”) de una experiencia íntima; porque además, hay muchísimo más que existe, que Es-para-mi, que no lo podre nunca comunicar. y si hago el intento,  solo podre hacerlo con símbolos, con señales…., inventando palabras, neologismos, metáforas, muchas comillas (con las comillas “…..” quiero siempre designar que la palabra o frase entre las mismas, para que sea designada o interpretada a preferencia del lector, como el quiera, aun desvirtuando lo que yo pensé decir) , como siempre hago. Si voy contra la lengua materna y contra las normas o regulaciones lingüísticas... es correcto…y pido disculpas, a quien corresponda. Pero me quedo, con lo que nos decía la mística Santa Teresa de Ávila: “tengo que inventar palabras ya que en mis experiencias profundas, no las puedo comunicar con el lenguaje común”

 

No es, ni pretende ser una actitud solipsista cerrada en mi mismo, como otros fenómenos místicos del tipo religioso y como se dice de estas experiencias personales,  y que solo existo yo y Dios o algo superior y no considero a los otros, para nada, es casi todo lo contrario. Por supuesto la experiencia primaria es propia, mía, pero es gracias a otros y por otros. Porque aquí entra mucho en juego el tema de valor, del valor objetivo que le damos-nombramos no solo a las cosas, sin mas bien a los Otros en la cotidianidad.. Porque al entrar en este otro nivel mas profundo, todo se relativiza y las cosas de trans-valoralizan  o sea, dejan de tener el valor objetivo que le otorga/mos en la “realidad”, y percibimos como que hemos  o estaremos por “tocar fondo”, que tal vez cosas o acontecimientos que en momentos de nuestra vida o para los otros son totalmente banales, des-valorizados; cuando entramos en ese otra nivel (digo nivel porque no se como llamarlo, ustedes denle en nombre que quieran) todo cambia totalmente y tal vez ese instante o acontecimiento banal o ínfimo puede ser lo que le den o doten de sentido a toda una vida. En esos momentos, cualquier persona que sea, siente, percibe, se encuentra,  descubre y hace latente que hay algo distinto de lo supuestamente “real”...puede ser ...ese acercamiento o vía de conexión a lo superior.

Como decía; todo esto solo puede Intuirse, percibirse, vislumbrarse, sentirse; en esa otra dimensión y en determinados momentos de la vida de cada uno, en donde por circunstancias, meditaciones, compenetraciones o experiencias personales hondas; crisis, angustias, situaciones limites, percibimos el mundo y a nosotros mismos totalmente diferente, hay otro plano enigmático, en donde “entramos” en algunos casos solo por instantes. Yo en algunos trabajos, previa a una preparación de toma de conciencia y de pre-paración y apertura; en momentos  “me voy sin irme” como siempre digo…estoy sentado tallando-reproduciendo un mural antiguo compenetrado en sus formas y la significación de esta tal vez termino la escultura mural en varias horas y ni cuenta me he dado del tiempo, tal vez horas, y el lugar donde estaba, sintiendo algo muy distinto a la cotidianidad. Es como una o varias (no se como definirlo) dimensión/nes podría decir,  in-objetiva, que me rozan, me “acaricia“ como una briza, un calor, una vibración en un instante o mas, no se ve, ni se oye, sino solo se siente... . Es similar, no se si tan profundo, como la Gelassenheit del Maestro Eckhard. Ese “dejar ser al ser”. ”. O sea, que estas re-velaciones, que no se pueden a-prender o estudiar con las categorías comunes del entendimiento; vamos a hablar de ellas, pero lo estaremos haciendo “mal”, como seguro lo estoy mal-haciendo en este escrito. Ya que el lenguaje oral u o escrito que pertenecen a esas categorías del entendimiento, no me van a servir. Me pregunto y les pregunto: como comunicarlas? Es necesario comunicarlas? Al pretender comunicarlas estaremos  mas bien mal-diciéndolas, desvirtuando la experiencia original? Debemos mantener el secreto, el enigma?....veremos…

 

No creo que otros seres, como insectos, animales o plantas puedan tener estas experiencias? Pero igual, si las tuvieran es muy difícil, para no decir imposible, que las comunicaran de alguna forma…oral, escrita o  simbólica. Por ello la comunicación es una categoría en estas experiencias, central..pero cuidado..que comunicación realizamos o pretendemos hacer. Por ello en base a la concepción para describir la naturaleza humana, acuñada por el filosofo Ernest Cassirer, los humanos somos “Animales simbólicos” basado en el principio de que la característica principal del hombre es su capacidad de simbolización y que la mejor forma para entenderlo es el estudio de estos, que son creados  en su vida en sociedad. Desde el comienzo de la Historia, los humanos comenzaron a crear símbolos, signos y cifras, esto lo han plasmado de diferentes formas, principalmente en forma escrita en la letra, el lenguaje de cada cultura o sociedad, relatando o queriendo decir algo de lo que en su realidad particular o con otros, aconteció, acontecía o podría acontecer.

 Pero también podemos ver como hay otros símbolos, signos y cifras que estas fuera de toda interpretación científica o lógica, creo que estas son “herramientas” basadas en la experiencias personales, y que estas personas pueden haber “entrado” en esa otra dimensión o nivel, o como quieran llamarlo, que les llevo a solo poder plasmarlo objetivamente en la realidad mundana a través de “relieves”“inscripciones” “objetos” “edificios””templos” “palacios” “ciudades””gestos”…”Enigmas”, como  percepciones  que “señalan” un vestigio, una huella, un rastro, una pista, una estela…de esa experiencia in-objetiva. Cada uno sabrá, o  no, como seguir/la buscando o interpretando; lo que si, hay que ser laboriosos, imaginativos, creativos y abiertos si queremos comprometernos….hay una infinitud, un libertad un incertidumbre…agotadora…pero la  virtud, es el resultado para quien la practica.

Son experiencias profundas, místicas, ya que se “mueven” dentro del misterio; se pueden dar en y a  cualquier persona, lugar, tiempo, situación, no solo en ámbitos “sagrados” o a unos “elegidos”, en lo alto de Himalaya o recluidos en una cueva… no no, en todos nosotros esta ínsito un misterio a descubrir, no solo tienen este posibilidad uno "elegidos" o "iniciados" sino todos y cada uno de las personas del mundo. Por eso, de este escrito; hablando en primera persona. Desde mi propia experiencia personal en mi oficio, en mi taller; en mi trabajo diario, yo estoy todo el día “tratando” con símbolos, no es un hobby, es mi trabajo, es un compromiso hacia quien me “contrata” para hacerle una obra, hay una responsabilidad, un compromiso. Yo mantengo a mi familia con este oficio, o sea tengo que hacer lo mejor posible, lo optimo, tender a la perfección, es imposible, lo se, pero debo; como nos decía Aristoteles, ser como “arquero al blanco”, tener como objetivo, dar con “mi flecha” en el, aunque luego falle, erre; hay que tender, comprometerse para con lo optimo, lo perfecto en cada uno de mis  cuadros realizando-tallando, son cuadros en relieve, de diferentes motivos, culturas, civilizaciones; aquí no hay  maquinas o automatizaciones;  sino que hay dos manos, mi cuerpo, mi mente, mi Ser, que re-produce o creo murales antiguos, trabajo desde la piedra bruta hago re-surgir con dedicación, entrega y “técnicas” propias, nacidas de mi Ser y basadas en diferentes procesos creativos, ceremoniales y teúrgicos dotando o “cargando” a cada obra, a cada cuadro, a cada escultura mural o reproducción artística o como se quiera llamar, de una energía o mensaje transmitido o re-trasmitido desde lo superior en mi, que se vehicula y plasma en el símbolo al tallarlo; fuerza inefable que atisba la presencia del Ser, del Uno, de lo superior. (VER AQUI PARTE DEL PROCESO) todo ello en base a un  contacto directo, tocando, puliendo, descifrando, dándole una forma, en soledad, en nuestro propio silencio, en nuestro propio misterio;  eso que quiso-quiere ser comunicado como ícono, o símbolo; algo atisba o “me dice”….yo allí…”me voy sin irme” (sin perderme, sino que me voy a otra dimensión) como decía antes….estoy en pleno trabajo en un lugar, en un momento, en un tiempo…pero a su vez…no estoy; no se si se entenderá..o no. Todo allí se “VE”, siente, vivencia, comunica de otra forma o a otro nivel, se produce como una hiperestesia de mi Ser in-descriptible. Algo in-objetivo despierta o se me aparece, yo no la/lo busco, se me presenta…es una epifanía?, es una revelación?.

Este oficio que comencé en forma autodidacta hace ya 12 años que me llevo a inventar una técnica artística única, me hizo descubrir muchas cosas, muchos afectos, grandes personas que valoran lo que uno hace, pero además, por lo visto, encontré, sin querer…algo más…son un agraciado, soy agradecido, debo retribuir. Porque  hay cosas que solo se tienen si se dan; como esto, como las gracias, el amor, la educación, y muchas mas. Hablo desde mi experiencia propia y no es para presumir, vanagloriarme ni nada por el estilo, es mi  Verdad. Si se tilda de estúpida, imaginativa, loca, rara, egocéntrica, opuesta, turbia, oscura o como quieran nombrarla…les digo solo gracias….gracias por leerla, escucharla… si eso dicen de mi algunos, quiere decir que no soy como todos los “normalitos” del mundo, idénticos, copias, homogéneos ….nada más, solo recordar a este respecto un gran poeta, Rene Char, nos/me anima, no sólo a mantener nuestras peculiaridades, sino a fomentarlas, decía:

“Desarrolad vuestra LEGÌTIMA rareza”

Esta supuesta “comunicación” re-producida en los relieve históricos de una civilización en una época antigua, siempre estuvo y esta dirigida a Otros, o a una comunidad, a su Dios o Dioses, al Ser,  o como quieran decirle, hay de continuo mensajes desde diferentes orígenes u/o infinitos. Yo al re-construir de cero el símbolo realizado, plasmado hace siglos atrás, hace que yo, mi conciencia, mi Ser, como quieran llamarle, me “conecte”, establezca un vínculo  de ayer, hoy con el mañana. Porque alguien a algo en algún momento lo dejo para ser recibido, asimilado, interiorizado….. Pero en si tenia-tiene un fin, un Sentido..y sentido es futuro comunicable, con el Logos;  como dice Heráclito, y esto es importante,  “El Logos es común a todos” Logos se define como razón o palabra, pero creo que hay algo mas; para Heráclito era casi un Dios; o sea cada uno ayer, hoy y mañana, lo tenemos indefectiblemente ínsito en nuestro Ser…el tema es encontrarlo y mas aun pretender comunicarlo, como decía, muy difícil con palabras; pero no se si mas comprensibles, imperecedero, asimilable si es comunicado, transmitido, generado, dado a luz; con símbolos.

El símbolo en el relieve histórico, creo, tiene un “mensajero, un mensaje y un destinatario”. Etimológicamente símbolo  en la antigüedad quería decir, tirar, arrojar “algo” para que el Otro lo reciba, además se designaba a un objeto que se partía en dos, previo a un juramente; del que cada persona tomaba una parte  En algún momento o circunstancia estas partes se unían para servían para reconocerse y reconocer a su vez el compromiso o DEUDA adquirida. Creo que aquí, en mi trabajo yo Siento, que pasa algo de eso, no se como describirlo exactamente pero calculo se entenderá- no hay idiomas, no hay dialectos, hay experiencias, sentires. En el silencio, con mi obra, con el cuadro pasando el cincel, sacando material, dándole forma, descubriendo de a poco de la piedra bruta, una imagen, un símbolo, una figura.. ..algo…me  habla, el silencio me susurra. Es una “conexión”  por vía de la sensación, no  del intelecto. Y las sensaciones pueden ser percibidas o asimiladas concretamente en paz y sin palabras, meditándolas….porque después de mucho decir y decir, de saber y de saber, la última palabra, de la palabra…… es el silencio.

El Señor cuyo oráculo está en Delfos ni dice, ni oculta…. sino hace señales

Heráclito

Lo mas metafísico no son las ideas universales, lo mas metafísico son esas sensaciones, esos “momentos hondos” en donde entramos en otra dimensión. Y ustedes se preguntaran; ¿y en ese mundo que hay? Quien lo creo? Para que sirve (utilidad)?....Yo por supuesto, no lo se, ni lo puedo contestar, aquí, en/con palabras, sino en mi propia experiencia al meditarlas profundamente, quedan y quedaran en mi para siempre, me harán Ser, lo que soy, en total toma de conciencia a otro nivel pero que se plasma en este; humildemente creo que esa toma de conciencia es mas profunda que la mundana; hace florecer una responsabilidad y amor con la vida en toda su universalidad, con la humanidad, y con la trascendencia; porque todo nace o se encuentra en las fuentes primarias, verdaderas? Sin pasar por el tamiz, los filtros del dogma, la ideología, el odio y los intereses particulares Hay un amor primigenio, profundo, en todo y todos; en esa dadiva, regalo, Don recibido; que muchos casos en la cotidianeidad, no lo “vemos”; solo en este nivel mas profundo aparece, es una re-velación. Porque el amor, además, nos liga a la cosas, a los otros; al contrario del odio;  a pesar de todo; de los cambios, las vicisitudes, los problemas hay que luchar por y para el amor, por la fraternidad, nuestra familia, hijos, la humanidad. Nos dice Ortega y Gasset en Meditaciones del Quijote:

El «sentido» de una cosa es la forma suprema de su coexistencia con las demás, es su dimensión de profundidad. No, no me basta con tener la materialidad de una cosa, necesito, además, conocer el «sentido» que tiene, es decir, la sombra mística que sobre ella vierte el resto del universo. Preguntémonos por el sentido de las cosas, o lo que es lo mismo, hagamos de cada una el centro virtual del mundo. Pero, ¿no es esto lo que hace el amor? Decir de un objeto que lo amamos y decir que es para nosotros centro del universo, lugar donde se anudan los hilos todos cuya trama es nuestra vida, nuestro mundo, ¿no son expresiones equivalentes? ¡Ah! Sin duda, sin duda

Pero aclaro, la   trascendencia de la que hablo mas tiene atisbos de religiosidad pero además filosóficos.. Yo, por ejemplo, no estoy adscrito a ninguna pertenencia religiosa, pero puedo ser profundamente, o mas religioso, que muchos fieles del credo que sea. Yo en el acto de piedad (y ver o considerar este termino en todo su sentido y etimología) propio del religioso que genera ese sentimiento de com-pasión, amor hacia mi familia, mi comunidad, la naturaleza, el mundo, el universo. Yo al “entrar” en esos momentos hondos, me doy cuenta que estoy puesto, yo no me pongo a mi mismo, hay algo que me pone, es casi una experiencia exitencialista del tipo Jasperiano, .Ex –Sistere. A esta experiencia se lo puede y lo han llamado de muchas formas, la mas común es Dios, usted nómbrela/o como quiera…yo no puedo nombrarlo porque pasaría a objetivarlo…y no esta en mi…..¿religión?...o mas bien método?

Esta Dádiva, este regalo que supuestamente me pone, que se nos a “otorgado” a cada uno de nosotros, crea un sentimiento, una carga, una responsabilidad, una deuda moral o… metafísica?… …que me obliga y compromete…la idea de compromiso parece ser total. Comprometidos con que o quien si no hay nada? Dirán ustedes…creo yo…con la humanidad, presente y futura, sin nunca olvidar la pasada que tanto hizo por nosotros, porque cuando hablamos de humanidad nunca hay que olvidar que no es la que “esta hoy”, sino la pasada y la futura…eso engloba a la humanidad; ellos nos han "regalado" una busqueda, un mensaje, un conocimiento, aunque sea supuestamente incompleto, incomprensible, extraño, etc, pero algo quisieron decirnos, yo hoy día, con una cultura determinada y con la Razón tal vez no llegue a comprenderla...pero hay otras vías...digo..Gracias a todos los Humanos de todos los tiempos por acercarnos a comprender/nos...a sentir El y con el absoluto, la infinitud creadora-creativa...a no olvidarlo.

No solo con las ciencias, principalmente de la naturaleza, podemos explicarlo y entenderlo todo, las ciencias del espíritu se acercan mas al comprender, no a explicar; falta una “chispa” una luz de varias experiencias, perspectivas de conocimiento, que aporten y sean complementaria, pueden ser o no superadora “de lo que hay”; la cual humildemente creo que vendría del lado la mística, una o varias; laica o, Silvestre o como dicen algunos, o religiosa; oriental u occidental, no importa.. No podemos caer como épocas pasadas a creer que las ciencias y esa idolatría exacerbada a que la ciencia “lo es todo”, propio del positivismo de antaño, pero que hoy también tienen sus adeptos; objetivándolo todo y vanagloriarnos  que esta va a “salvarnos” y a resolver todo nuestros problemas. Es ineludible todo su aporte y potencial para con el mundo históricamente y hoy día, por ejemplo, salvando a miles de personas en el ámbito de la salud, nadie lo reprocha y es para aplaudir, felicitar y agradecer…pero no todo se puede objetivarlo todo, reducir todo a ciencia. Recordemos las consecuencias catastróficas y des-humanizadoras, que tuvo esta ideología a fines del XIX y principios del XX, que llevo a la especie humana a dos guerras mundiales y al holocausto  Armenio, Judío y Ruso (Gulag). Con millones de muertes, sufrimientos y devastación. 

Si yo a usted le pregunto, que es una mesa, o un vaso?; seguro usted o un científico me explicara todas las características físicas y técnicas, y los procesos que llevan a tener delante de mi una mesa y un vaso. Ahora, si yo les pregunto, que es o quien es Dios, el amor, la experiencia religiosa, la amistad, la fraternidad, el amor de una madre a su hijo/s, la angustia, el altruismo, el odio, etc. Ustedes creen que la ciencia me podrá dar toda una explicación científica de lo anterior; que tanta importancia y preponderancia tuvo, tiene y tendrá en la vida de la mayoría de todos nosotros?...algo podrá decir o tender a teorizare..…todo…. no lo hará….y esperemos que nunca lo logren por el bien de la humanidad. Todas estos sentimientos, vivencias, sensaciones; son o quedan en cada una de las experiencias particulares que se desarrollan íntimamente en cada uno, y salen al mundo, no se quedan sustraídas en sí, como un solipsismo egoísta ensimismado (y esto ultimo es de donde las ciencias o los utilitarismos, desdeñan o atacan a la mística, diciendo que no es útil, no sirve, que es solipsista, que no se puede “medir”) y no es así, salen o tienden al Otro/a al ser reconocidas como éticamente correctas y plausibles para con los otros/as, para con la comunidad, para con la humanidad.

Por supuestos, soy consiente, que antes ese contacto, esa comunicación, ese amor, ese eros, que nos re-liga con-hacia el Otro debe realizarse en la actual realidad, con esos Otros presentes, con nuestra familiar, con nuestra comunidad, con la humanidad; y humanidad no es solo la de hoy, y repito, cuando un hablo de humanidad, de cultura, de lo social; es la pasada, presente y futura, porque somos lo que somos, estamos como estamos, bien o mal, pero es gracias a Otros que están o que ya no. Hay que ser agradecidos, la Gracias es un don. Hay que realizar una apertura al Otros de todos los tiempos, desde mi interior, desde una experiencia cordial y transcendente de apertura, de acogimiento.

Creo que de todo lo planteado burdamente, con los momentos hondos, los signos, la existencia, la piedad, lo enigmas, etc, etc, pretende solo aportar una pequeña llama, un poco mas de luz a tanta oscuridad, hay que hacerse cargo, hay que buscar, investigar, meditar, instruirse, perfeccionarse, otear, dentro y fuera nuestro para descubrir otra forma, otro mundo, otro nivel, podría atreverme a decir…verdadero o real, en donde la verdad, EL AMOR-VERDAD, el amor a la verdad, y lo repito adrede, se encuentre en este nivel mas profundo y demos con las mejores claves,  para que de este modo, aporten capacidad, energía e ideas en pos de mejorar/nos, y a nuestro mundo, desde otra óptica, otra “forma”, otros valores; ; los que nos precedieron o los actuales, en base a nuestra realidad, no sirven o quedaron obsoletos; para hacerlo mas habitable con mas tolerancia, libertad, igualdad y fraternidad.. Y hay que hacerlo hoy, ya, ahora, no hay tiempo que perder; ya hemos perdido demasiado. Hoy lo que estamos viviendo a nivel global es y será un quiebre, una fin de una época, de una historia, como sucedió luego de las guerras mundiales; el pasmo, el horror, el sufrimiento y la muerte, sumado al cambio total de hábitos será lo que nos sacudirían; hay que replantearse que haremos hoy y a futuro. No podemos solo dejar pasar…Me pregunto; ¿los presuntos eruditos, opino logos, politólogos, políticos, filósofos, sociólogos,  autoridades religiosas, etc, etc…donde están?

 

Cada uno debemos, si ya somos personas maduras; y es una obligación moral, auto-construir, o auto-tallarnos si es necesario desde cero, estructurar “cimientos buenos y fuertes”, Entregados al oficio; como aquellos antiguos albañiles, que colgados de un arnés a varios metros de altura, construyeron, crearon y edificaron parte importante de la cultura material que hoy vemos. Hay que entregarse, ser valientes, comprometidos con y para los otros. No es moralina barata…es la cruda realidad. Hay que hacer el intento, la verdad se nos ira haciendo o revelando en el trabajarlas, no hay UNA verdad final o revelada, hay muchísimas. Se dirán tal vez en base a lo leído mas arriba, que mi postura es contradictoria; que por un lado parecería que uno debe ensimismarse, contraerse por la vìa mística, la gnosis, y por otro lado digo que voy “hacia el Otro. Son  cosas o pasos diferentes, creo, me podre equivocar, que antes de salir o encontrar a los demás, los Otros; debo “encontrarme” a mi mismo, saber “mi verdad”, así puedo ver al otro como otro, no como yo quiero, debo reconocer mi infinitud ontológica y la suya, sino hago esto nunca podré, tendré, o forjaré la fuerza, la voluntad, el ejercicio,  el espíritu, una integridad ética para con el mundo, con esos Otros Porque creo que nuestra sociedad o la mayoría, esta ciega o no quiere ver, y no es de ahora por todo lo acontecido, bien de mucho mas atrás, esta totalmente acelerada, frivolizada, smartphontizada y con una actitud banal hacia casi todo principalmente hacia su propia humanidad…en definitiva esta idiotizada, ya que como decían los griego el idiota – idiotes, era aquella persona que no le importaba nada el otro, la sociedad ni la política. Es y será  muy difícil llevar a cabo esta empresa, pero no imposible, el optimismo debe ser una de nuestras mayores virtudes y para comenzar otra virtud es decirse a si mismo –soy libre, puedo cambiar, puedo ser otra mejor persona…quien o que me lo impide?. –

Búscate…busca, reflexiona, piensa, delibera con otros, escribe-simboliza..NO dejes de hacerlo nunca en tu vida. Tú serás PARTE de la clave, del signo, la cifra que lo cambiara todo.

La vía mística o el fenómeno místico puede ser un “método”, yo creo, el mas profundo, no  se, ni creo que sea el mas importante, ni el último; pero me parece, que nos acerca a conocer/nos, de donde venimos, que somos y donde queremos ir en este camino o senda existencial. La mística a través de prácticas, doctrinas y conocimientos esotéricos, puede ser una vía de alcanzar sabiduría y conocimiento “real” de varias dimensiones; que complementado a la reflexión racional y al estudio científico serio, puede ser de gran apoyo no solo a la ciencia profana, sino más bien a la moral y con ello a crear una ética para estos nuevos tiempos. El mayor teólogo católico del siglo XX, Karl Rahner, lo dijo en la década del `60 en referencia a la experiencia religiosa del cristianismo. Nos decía: “En el futuro el creyente será místico o no será cristiano”…fuerte no?. La mística  no es superchería, religión, dogma o brujería, como algunos dicen sin conocer.  Sabemos que vivimos en un mundo de objetos, objetivable; es indudable, inevitable y absolutamente necesario para la vida, para sobrevivir. El tema es que no podemos estar vanagloriando o dando en demasía respuestas a los objetos, si hay que dar una respuesta, responder, responsabilizarse; debe ser hacia los Otros, ahí aparece una ética.

Hay que otear nuevas vías, otras formas comunicativas-trascendentales, temporeas e históricas, en los murales, en las inscripciones, en los símbolos de toda cultura, y también; aparecerá, o mejor dicho re-naceran los símbolos “dormidos”, originales y únicos, que pueden re-surgir en cada uno de nosotros, con una inspiración de/en lo divino; en la práctica y el ritual teúrgico.
Hay que tener en cuenta y saber que hay mística también fuera de lo estrictamente religioso, se las denomina a veces despectivamente por los teóricos…místicas silvestres, -a mi me encanta…si si son Salvajes, libres…naturales. Porque debemos considerar que hay un “lenguaje” universal y me atrevo a decir astral-cósmico, que ninguna institución o dogma se puede apoderar, dogmatizar y administrar a su antojo.
El lenguaje de los símbolos inefables..sugieren…no expresan…Por ello al adentrase en el “mundo” simbólico conlleva una tarea interpretativa intuitiva, podría decirse auto-hermenéutica (no de textos, sino de símbolos) abierta y continua, la cual nunca se acabara, siempre prosigue de etapa a etapa, de humano a humano, de tiempo en tiempo, sin ser des-figurada, falsificada o des-naturalizada ya que nace de uno y va, o tiende, hacía uno mismo.

Hay que ir descubriendo….bueno…-creo que no es la palabra-…podríamos decir mejor sintiendo, vivenciando interiormente… los símbolos que dejaron nuestros antepasados en la experiencia con/entre ellos y lo absoluto....allí es donde la ARTeúrgia, al reproducir aquellos símbolos inefables ancestrales, puede despertarnos, conectarnos, decodificar/nos; y darnos las claves, las herramientas; en la medida de lo posible, para lograr, con una pre-disposición del Alma (gnosis-nirvana-etc); una vía de unión al estado unitivo con lo que interiormente consideras TU Verdad, Dios, El Uno, lo Superior, El Todo, o como quiera usted denominarlo; que esta ínsito en cada uno de nosotros, en nuestra infinitud...oculto... pero allí esta.

La Mística, repito, al ser inefable, libra una guerra contra el propio lenguaje y contra la propia razón; por ello los místicos dicen que de las experiencias o del fenómeno que viven cada uno no pueden hablar, pero paradójicamente, una Teresa de Avila, San Juan de la Cruz el Maestro Eckhard,  grandes místicos, escriben y escriben páginas y paginas porque quieren comunicar su vivencia y no saben como, o buscan denodadamente hacerlo, limitados por cada, lenguaje, por el vocabulario, la razón, o el logos.

El Maestro Eckhard repetía “Dios mío, líbrame de mi Dios.” O sea para experimentarlo directamente pedía que EL Dios lo libre o libere de ese dios creado-racionalizado por la iglesia, por el dogma y por sus preceptores.

Por ello los símbolos creo, son una vía fecunda para transmitir-comunicar no una doctrina, para nada; sino desvelaciones (disculpen el neologismo). Porque al ser recibidas por los Otros en la historia, despiertan en cada uno-presente algo…, no es que indiquen directamente o definan…sino despiertan, alumbran, hay una re-sonancia una Voz, una Llamada (ruft).Porque como toda voz es una llamada, las llamadas del Ser que nos interpela a poder ser si mismo; y repito, para que no se mal interprete.  No es algo que hay que dogmatizar, adorar, rendirle culto, o la panacea de todos los problemas. El místico no tiene escuela, catecismo; de lo que hablan, no esta determinado ni estipulado por una saber previo, o mediatizado o mediado,  dice desde lo que  ha sentido, lo ha vivenciado en sus “carnes”, es otra forma de saber y de comunicar… es, o mas bien somos, como ya lo decía en otros anteriores escritos…SERES CON MENSAJES…escribirlo, dibujarlo, tallarlo, símbolizarlo…esta en ti, dentro de ti…búscalo…trasmítelo..

En el acto creativo de cada obra-cuadro a realizar, no solo es un proceso de/con la obra, sino un proceso en mi, en mi interioridad espiritual que me va despertando de continuo, en un a-prender, intuir, sentir, experiencial; que nunca acaba. Al aplicar un proceso creativo propio y único, nacido autodidácticamente por mí, he descubierto de casualidad y por azar, algo que trasciende al propio cuadro y a mi mismo, no es que yo busque  ese “algo”, sino que fue una aparición una revelación sorprendente, por ello hay que tener una postura y un gesto de humildad ante lo que se me presenta, no una soberbia de que yo, lo se todo. Hay que estar abiertos y en actitud piadosa ante el Ser, ante los Otros. Yo hago cuadros, no se si arte, eso es lo que dicen de mi, que soy un artista-artesano y que lo mío es arte-artesanía. -Perfecto, lo entiendo y por supuesto lo agradezco. Pero en muchas obras, o en su mayoría, no olvido que el significado, el VALOR original de los cuadros que reproduzco viene de un origen que tenia como fin o un medio no solo meramente estético; sino, o mas bien  ético, religioso, místico, hay todo un mensaje que procede o es vehiculado por Otros anteriores a mi, o en mi. Cada cuadro es como un organismo vivo, que nace, cobra vida y sigue su curso, se va haciendo en todo momento, en todo lugar. Debemos seguir siendo mensajeros, tallando, dibujando, escribiendo, comunicando. Hace y nos hace…mejor y mejores. Creo que cada Ser humano, y lo repito, tiene ínsita la Chispa de la Creaciòn, del Ser Creador en un legado adquirido inalienable. 

Si el contenido y el proceso creativo de mis obras tienen una vertiente práctica artística y otras espirituales-filosóficas-teúrgicas en su esencia misma, en su desarrollo; no es extraño que la conocida estudiosa de la mística, la escritora Evelyne  Underhill, considere al misticismo cercano al arte; en la medida en que influye una apertura inventiva e intuitiva.   El arte supone la práctica, el talento, la imaginación y creatividad, nos dice. Algunos artistas vieron a ven la realidad desde otra dimensión, otra “mirada”. Filósofos-pensadores como Hegel y Bergson escriben del artista-artesano, que son o fueron mediadores entre la Verdad espiritual y la belleza del Ser esencial y trascendental.

Yo, por mi experiencia le doy, o mas bien me da luz a mi, gran poder o primacía a la experiencia mística al acto creativo, al momento del proceso desde su nacimiento de la idea, todo el y los procesos de realización a su “abandono” de mi parte. Y en otro grado de poder, me parece, que lo tiene  lo expuesto y terminado en la obra, colgada en una pared y  analizada, contemplada por Otros estéticamente, lo que se ve o siente lo dirá quien lo aprecia, queda en cada uno., Lo que si se y lo digo es que esta en ellos, mis cuadros, todo mi ser, mi entrega, dedicación y esencia y algo mas. Luego cada persona que aprecie la obra, ella o él experimentara desde su ser lo que puede, o no, trasmitirle. Como nos dice o mas bien pregunta uno de los grandes científicos de todas las épocas, quien expuso, además de todo su conocimiento, una religión cósmica como alternativa a las de su época o actuales, Albert Einstein

“¿Como puede comunicar y transmitir una persona a otra ese sentimiento religioso cósmico, si este no puede engendrar ninguna noción definida de un dios y de una teología?  Según mi opinión, la función mas importante del arte y de la ciencia es la de despertar este sentimiento y mantenerlo vivo en quienes son receptivos a él….”

Varias, culturas, varias cosmogonías y visiones, hay interpretaciones diversas no UNA, que lo dice o explica todo, se evita el dogma o la vía única, el marco de conocimiento es mas amplio no limitado a una idea-ideología.

En nuestros días, a muchos este confinamiento despertó o nos hizo tomar mayor conciencia, a reflexionar hondamente, al quedar dentro de  nuestra casa y “detenerlo” todo por semanas, nos dio esta situación, de repente, sin quererla, una pasividad creativa y creadora. Por supuesto tomando a su vez real conciencia del sufrimiento, la enfermedad, los sentimientos y las muertes que se suscitaba cerca de cada uno, aquí y en el mundo, y las consecuencias desastrosas que todo esto llevo en lo vital, social y económico. Todo ello nos llevo a reflexionar hondamente, a entrar hacia y con los Otros desde diferentes vías, yo aquí relato la propia, pero repito sin olvidarme de lo que acontece en el mundo y en mi cercanos.

Se preguntaran que tiene que ver ética y mística? Creo que algo ya di luz sobre el asunto, pero repito, como decía, cuando estoy inmerso en el trabajo creativo de mis cuadros, reproduciendo esos murales antiguos, o también arte abstracto, figurativo o simbólico; creados por Otras/Otros pasados; se hace patente o “aparece” un encuentro con esos Otros; no es que yo salgo a buscarlos, sino que ellos como digo me aparecen, son una revelación, no es in-tendere, que yo tienda al otro, sino que el otro tiende mas hacia mi, me “pide” algo, quiere comunicarse?, tiene un mensaje? Se me impone. ...indefectiblemente hay un atisbo o comunicación ética ineludible. A no confundir, no son Espectros, o entes que vengan de fuera. Están como en mi, pero podríamos decir, dormidos. Mis técnicas tienden no solo a "despertarnos", en ese otro nivel de conciencia, sino a despertar o alumbrar mensajes o mensajeros ínsitos en mi  Ser, en cada Ser, a través del trabajo en la obra desde cero, en el conocimiento-gnosis que se experimenta, en las técnicas alquímicas-teúrgicas  y en la imagen o figura que nos ve y vemos en el cuadro ¿terminado?.

Vislumbramos hoy día en estos tiempos ya pasados de seculares a tiempos de  pos secularización, sumado con todo lo que acontece a nivel global por esta pandemia que nos afecta a todos;  una actitud en algunas personas de reflexión, que puede  ser el puntapié inicial hacia un cambio global de toma de conciencia en varios ámbitos, también  en el espiritual y místico; los cual  se podrán dar no solo en ámbitos religiosos, sino fuera de ellos, como me pasa a mi; no por puro capricho u oposición, sino porque se me Aparece así, sin mediaciones o delimitaciones institucionales.

La experiencia mística puede aportar luz al ámbito de la acción moral. Cada sujeto que se adentre por esta vía, o experimente en sus carnes el fenómeno místico, comenzara replantearse desde una dimensión trascendental y espiritual varios valores que son las bases de uno nuevo paradigma antropológico, social y cultural. El Arte Teúrgia que humildemente estoy con-formando, no será la solución a todos los problemas, para nada, pero aportará una alternativa más, o resurgirá como una nueva vía  de conocimiento y comprensión de uno mismo y de la actual “realidad” para un mejoramiento del Alma y con ello de la humanidad, ese es mi objetivo primario.

Sé que mi propuesta o palabras pueden considerarse delirantes, utópicas, atrevidas, osadas y por demás de ambiciosas; pero como digo siempre no puedo dejarla “encerrada” en mi. A pesar de mis limitaciones materiales, sociales, de vocabulario, de prosa, académicas o filosóficas, estos no son ningún condicionamiento o impedimento para mí… ni deben serlo para nadie. Deben salir al mundo, a pesar de los pesares, hay que ser valientes;  yo tengo un compromiso moral y existencial ante el mundo, ante mis hijos y ante los Otros, aunque suene moralina barata…todos debemos mejorarnos y con ello a la humanidad. Si cada uno aporta su grano de arena desde su conocimiento, su experiencia y realidad…aunque parezca alocada…debe arriesgarse y hacerla pública…que “salga” al mundo…para hacerlo Mejor, más ecuánime, sostenible y habitable para todos.

UNA ESCRITURA CORDIAL por Aníbal Covaleda

 



                  UNA ESCRITURA CORDIAL

Se dice que cada uno de nosotros es un ser con mensaje, una entidad forjada en palabras. Somos, en esencia, nuestra palabra. En el transcurrir de nuestro paso efímero por esta tierra, nuestro ser –la mente, el espíritu, la carne, como queramos llamarle– porta un mensaje, una voz que nace de lo más profundo del pensamiento. Esa voz, creo, debe ser comunicada en nuestra vida, aquí y ahora. Son palabras que llevan consigo la luz de una reflexión, un destello que bien podría señalar, aportar, criticar constructivamente al mundo, a la sociedad, a la humanidad que somos, fuimos y aspiramos a ser.

Porque cuando ya no estemos físicamente… será demasiado tarde. Más que tarde, será una pérdida irreparable, un vacío teórico irreemplazable, único, tejido por una persona que vivió en un tiempo y espacio concreto. Ese mensaje, si llega a publicarse, si es impreso, tallado en un mural, pintado o simbolizado, trasciende. Se proyecta no solo hacia uno mismo, que sería mera subjetividad, sino hacia el otro, hacia los demás. Como yo, ahora, al escribir estas líneas para un futuro que nace del pasado, alimentado por quienes ya no están. Y luego, publicarlo de alguna manera, en cualquier medio que llegue al Ahora. Creo que es nuestra responsabilidad, como seres maduros, morales y conscientes, no guardar silencio mientras vivimos y disfrutamos –que, sin duda, es valioso–, sino también con-vivir, y hacerlo de la mejor manera posible hoy y mañana.

No debemos, entonces, dejar escapar esa oportunidad ontológica y ética. Pues, al escribir, dejamos huella en el tiempo futuro, develamos el ser que fuimos, nuestra visión particular del mundo y el tiempo que habitamos. En ese mensaje se encierran los instrumentos humanizadores que buscan mejorar(nos) y, a la vez, alertarnos de aquellas fuerzas que podrían deshumanizarnos. Y, aunque en ese futuro ya no estemos, nuestro ser… perdurará. No solo como un recuerdo distante, sino como un “espíritu” que sigue obrando a través de las palabras, pensamientos y obras publicadas. Ellas se alzan en el aire semántico del tiempo y extienden sus alas hacia las almas futuras que quieran escucharlas, leerlas, abrigarlas, hacerlas suyas… y continuar, con ellas, la labor de mejorar nuestra sociedad y el mundo.

Porque, al hacerse públicas nuestras palabras, se desprenden de nosotros y entran en el territorio de la imparcialidad. Se convierten en semillas de un pensamiento crítico, pero sensato, impregnado de prudencia, inteligencia, y serenidad meditativa… compasiva.

Esos mensajes de los que hablo han quedado impresos desde tiempos inmemoriales en papiros, murales, piedras, maderas... y hoy, en libros, artículos, publicaciones, notas, cartas, ensayos, blogs, y más. Sin embargo, lo que predomina en la actualidad, en su mayoría (aunque no todos), es la obra de “especialistas” –y no los desdeño, por supuesto–, sumidos en su propio ámbito de conocimiento. Mi deseo, sin embargo, es que todos, especialistas o no, es decir, la cosmoPolis, la ciudadanía en su conjunto, sin importar de dónde, cuándo o quién, dejen impreso, esculpido o plasmado su mensaje; aquello que anhelan decir al mundo, lo que deseen aportar. Que su visión, su sesgo, enriquezca al mundo, ya sea con palabras o símbolos a ser descifrados.

Hoy, más que nunca, esto es posible. La accesibilidad y la permanencia de los mensajes han encontrado un nuevo hogar en los medios modernos, en esos espacios gratuitos de internet donde uno puede subir sus escritos, permitiendo que su mensaje tenga una “vida imperecedera”. Estas publicaciones, ya sean vistas o escuchadas por conciudadanos de cualquier rincón del mundo, en cualquier dispositivo conectado, o a través de los medios tradicionales, en papel o formato auditivo, cruzan fronteras y desafían al tiempo.

Pero no puedo pasar por alto, ya que he tocado el tema del internet y el mundo digital –el web 2.0, y ahora el 3.0–, un llamado importante: ¡A ser maduros, nosotros, los mayores! No nos dejemos arrastrar por la estupidización ni la adicción tecnológica que hoy envuelve al planeta. Vivimos en un mundo globalizado, y no solo los mercados y las finanzas se han globalizado, también lo ha hecho la necedad de quienes pasan horas y horas ante una pantalla, frente a un smartphone que, aunque parezca conectar, a menudo desconecta. Este fenómeno global, ese "mirar" la vida de los otros, copiar y pegar, seguir la última noticia, el último rumor, lo que debemos comprar, decir, sentir, ha capturado a tantos. Y mientras tanto, nuestra propia vida, el tiempo limitado que se nos ha concedido para vivir y disfrutar con quienes amamos, para experimentar el aquí y el ahora de cada instante real, se difumina frente a una pantalla… ¡PUFFF!

"Cada uno con lo suyo" –me dirán–, y claro, no lo discuto. Pero, entonces, después no nos quejemos cuando todo parece ir mal, cuando el tiempo nunca alcanza, cuando el trabajo, la familia, los hijos, el gobierno, la sociedad... parecen cargar con la culpa. No te desligues de tu responsabilidad, del tiempo que debes ofrecer al otro, transfiriendo la culpa o cargando en terceros el peso de tus propios errores. Porque así, simplemente, actuarás como un adolescente inmaduro, buscando una “inmortalidad” que no existe, como un Peter Pan moderno, aferrado a una ilusión de eterna juventud que, en realidad, solo es decadente, falsa, deprimente y ruin.

Retomo la idea central de este escrito… –perdón si me desvié y quizás me exasperé, pero es algo que me indigna–. Regreso, pues, al tema. En este pensar y escribir con el fin de "mejorar", creo necesario aclarar algo: si al escribir –y en especial en estas líneas que usted, tú, ahora lees– hay alguna carencia en la “buena semántica” o en el refinamiento de la prosa, no debe haber temor, pudor o resignación. No se trata de alcanzar una perfección estilística impecable, sino de expresarse, de plasmar en palabras esos pensamientos que merecen ser publicados, de comunicar con la autenticidad que cada uno posee. Lo importante es atreverse a compartir esa “forma” única de pensar y escribir, con el estilo que se tenga. Si después se desea perfeccionarlo, será decisión de cada quien. Pero lo primordial es comenzar. Empezar a escribir esos pensamientos que rondan nuestra mente y habitan nuestra conciencia, para que, al ser meditados con sensatez y coherencia, cobren vida al ser escritos y publicados.

Es en ese momento cuando las palabras no solo adquieren sentido, sino que se tornan vivas. Reflejan la vida de cada uno, los matices éticos que aportamos hacia un proyecto común… comunitario, fraternal, ciudadano. Un proyecto que sea verdaderamente cordial, es decir, del corazón y para el corazón. La palabra cordial proviene del latín cor, cordis, que significa corazón, y el sufijo -al nos habla de aquello que tiene la capacidad de fortalecer este órgano vital. La cordialidad es más que un gesto amable; es una virtud que enriquece el alma, un bálsamo que, al igual que una pócima para un enfermo, cura el espíritu. Ser cordial, entonces, es ser un remedio moral y espiritual, una medicina que busca, en su más pura esencia, la virtud.

A veces, creo que si nos detenemos demasiado en pulir cada palabra, en buscar que nuestro escrito sea estéticamente bello o que "agrade a todos", corremos el riesgo de no escribir ni publicar nada. O, peor aún, de desvirtuar la esencia, ese “núcleo duro” que nos define y que queremos aportar al mundo. No perdamos nuestra autonomía. Seamos valientes, raros, incluso utópicos si es necesario, en esos momentos de creatividad o inspiración. ¿Por qué no? Nadie nos priva de ese legítimo estado de ser. No caigamos en el unidimensionalismo semántico y moral, tan propio de sociedades donde el automatismo nos empuja a estar donde nos dicen, a ser lo que nos imponen.

Creo firmemente que el futuro debe protegerse. Hay que cuidarlo con esmero, estar atentos a quienes pretenden moldearlo según sus intereses. El futuro no se salva mañana; se salva hoy, comenzando ahora mismo, mojándonos en la faena del presente. A las generaciones que vendrán, debemos dejarles, en esos mensajes y escritos ciudadanos de los que hablo, las herramientas, los conocimientos, los sentimientos y las experiencias. Dejemos un testimonio honesto de la realidad actual, de un presente que proyecta su sombra hacia su mañana, y que bebe, en parte, del ayer. Todo ello, con franqueza, sin dogmas ni ideologías malintencionadas, sin intereses ocultos. Solo así podrán los que vengan, desde su libertad de ser, pensar, debatir, deliberar y, finalmente, tener algo que es crucial: esperanza.

Para nada se busca que los demás piensen como uno, ¡por favor! El telos, el fin último, no es imponer pensamientos, sino fomentar que cada uno piense por sí mismo. No podemos ser tan hipócritas, deshumanizados y moralmente crueles con nuestros hijos, sobrinos, nietos, vecinos, amigos, con los niños nacidos y por nacer, que serán los habitantes de ese mañana que llegará en unos años, en un lustro, en una década o en siglos. No importa cuándo será ese futuro, porque no es solo una cuestión de tiempo, sino de horizonte moral, de la calidad de nuestra humanidad. Hacia ese horizonte debemos caminar, aunque nunca lo alcancemos. Lo esencial, como bien decía Sócrates a Aristodemo, es que, “caminando juntos, deliberemos sobre qué hacer y qué decir”.

Y hablando de lo que debemos decir: hoy en día, en general, en las conversaciones cotidianas, en las discusiones, en las charlas "de café" o en la televisión vacía, se habla mucho de hechos, pero muy poco de valores, de ética. Y menos aún se escribe sobre ellos. "Eso de los valores es muy subjetivo", se suele decir. Cuando se analizan o debaten, estos temas suelen quedar confinados a los centros de estudios especializados, a los claustros universitarios. Allí, entre esas paredes, los valores se discuten, se disecan, pero rara vez se llevan al ámbito público. Aunque algunos intentan sacarlos a la luz, la propia estructura institucional del saber tiende a mantenerlos encerrados en ese espacio “seguro”.

¿Cómo, entonces, pretendemos mejorar como ciudadanos si lo poco que se escribe o se publica sobre valores en la calle está centrado únicamente en el éxito, el dinero, la eficiencia, y la efectividad? Estas son las virtudes de una sociedad consumista, pero no las de una sociedad justa o humana. Es urgente que demos un giro, que replanteemos nuestra situación actual con la mirada puesta en el futuro. Pensemos, meditemos, escribamos, publiquemos... ¡YA!.

Recojo aquí las sabias palabras de Emilio Lledó, quien nos invita a eternizar las voces humanas:

“Nada refleja con más intensidad el nuevo mundo de la cultura que ese universo del lenguaje escrito, sobre el que se ha construido el largo camino de la tradición. Ese mundo escrito no solo sirve para sostener, resonando a lo largo de los siglos, la voz de los hombres, sino que, al mismo tiempo, esa resonancia permite adivinar otros sonidos, intuir otras formas de sentir y percibir cada presente —ya pasado para nosotros— de la historia. Las letras obran el prodigio de rescatar el tiempo de su irremediable fluir, de su inmersión en el pasado, y mantenerlo vivo, convertido incluso en futuro. Porque la forma de escritura, TODO TIEMPO ES YA FUTURO, A LA ESPERA DE UN POSIBLE LECTOR (las mayúsculas son mías)”.

Reitero. Cuando intento expresar mi pensamiento, sacarlo de las profundidades de mi conciencia y convertirlo en voz o en escritura, la cotidianidad puede interferir en la meditación de esas ideas. Sin embargo, esa misma cotidianidad puede, mis propias intuiciones, al mismo tiempo, ofrecerme herramientas aleccionadoras, tomadas de la vida diaria, esa en la que todos estamos inmersos. Muchas veces, la experiencia diaria, para ser comprendida y narrada, no puede encasillarse en esquemas semánticos clásicos. Se desborda, se rebela contra ellos, porque se mueve en múltiples contextos, entre folclores, culturas y ámbitos que transforman su esencia.

Por ello, la escritura sincera, franca y cordial, sin tantas interferencias mentales o gramaticales que puedan condicionarla—ya sea por una racionalidad extrema o por un apasionamiento desbordado—puede acercarnos lo más posible a una experiencia de primera mano, y de ahí a una moral de primera mano. Sé que no es fácil, pero tampoco es imposible acercarse. Hay que intentarlo. ¿Para qué?, se preguntarán algunos. Creo que para ejercer, como decía Nietzsche, como un médico (y que se me permita el respeto hacia esa noble profesión). Debemos ser los que hoy diagnostiquen, para que mañana podamos curar. Y, ¿curar qué? La sociedad que nuestras generaciones dejarán a las futuras, una sociedad que, basada en valores, presenta, a mi entender, una grave y aguda patología.

Todo este ejercicio intelectual—sí, lo llamo intelectualismo ciudadano (no en el sentido académico)—se alinea con la idea de que, como bien se define, el intelectual es aquel que “estudia y reflexiona críticamente sobre la realidad y comunica sus ideas con la pretensión de influir en ella”. Y, ¿cómo comunica esas ideas? Puede ser de manera oral, pero primordialmente lo hace a través de la escritura. Esa escritura franca y sincera, esa que refleja las limitaciones de las palabras, a veces desgastadas y toscas, que se trazan en el papel. Esas palabras pueden iluminar el propio ser. Serás todo tú en lo que escribas. Todo tu ser—carne, mente y corazón—se proyectará en esas palabras. Esa razón corporal, viva, que siente e interpreta el mundo de forma única e inalienable, quedará plasmada. Pero entonces, ¿todo es relativo y cada uno tiene su propia razón? No lo creo. Y me explico.

Vivimos en una sociedad que se precia de ser libre, donde cada uno puede opinar lo que desee: en la calle, en las instituciones, en los medios de comunicación, en blogs o cátedras. Sin embargo, ahí no termina todo. Si queremos dar razones, si queremos fundamentar nuestras opiniones, debemos ser conscientes de que, al salir al mundo, nuestras palabras volverán a nosotros, exigiéndonos razones y responsabilidad. Entrarán en el espacio de la imparcialidad, en el terreno de la deliberación, y allí tendremos que pensar dos, tres o más veces lo que opinamos, porque debemos fundamentar, amigos míos. Ese detenerse a reflexionar varias veces no es censura, ni significa que alguien se sienta oprimido al expresar lo que piensa. No, no. Es un ejercicio de coherencia, de madurez, de responsabilidad, sobre todo cuando tratamos temas que son, y serán, los fundamentos de nuestras sociedades y de nuestra humanidad.

Sé que es difícil deliberar, pero no es imposible. Mientras tanto, los opinólogos nos ensordecen, diciendo lo primero que se les ocurre. Para ellos, ¿para qué pensar, reflexionar o debatir? Su única misión es llenar un espacio, seguir los dictámenes del mercado y hacerlo todo lo más rápido posible. Para estos, “No hay tiempo”—o mejor dicho, “dinero—que perder”.

La escritura liberada, de la que hablaba, no es un acto deliberado de desdén ni indiferencia. Esa "limitación" en la escritura, que menciono, no es más que la esencia misma de nuestra condición única y experiencial. Es la huella de nuestra existencia, que se relata con franqueza, con la verdad que uno se debe a sí mismo, pero sobre todo a los otros—a ti, lector. Esa coherencia interior de la que tanto hablaba Sócrates, y más cerca en el tiempo Nietzsche, es la primera conquista necesaria para poder escribir con autenticidad.

Es cierto, claro, que en nuestros pensamientos, en nuestras palabras y en nuestras frases resuena mucho de otros. Hay ecos de otras voces, inevitablemente. Y aunque hablo del futuro y de las generaciones que vendrán, no debemos olvidar a las pasadas. A aquellos que, cercanos o lejanos, conocidos o desconocidos, han pensado, trabajado y proyectado hacia su tiempo, y cuyo esfuerzo ahora debemos agradecer. Porque cada uno de nosotros nace ya inmerso en un lenguaje, en una cultura, en relatos y estructuras que, en cierta medida, nos constituyen. Como decía Montaigne: “Yo no cito a otros más que para expresar mejor mi pensamiento”.

En este ejercicio de reflexión, cuando alcanzamos una edad de madurez, debemos comenzar a ejercitar nuestra libertad de elegir. Pero elegir bien. Ser elegantes en el más profundo sentido de la palabra, como nos recordaba Ortega, ser responsables de nuestras acciones. Él mismo nos lo explicó claramente:

“En el latín más antiguo, el acto de elegir se decía elegancia, como de instar se dice instancia. Recuérdese que el latino no pronunciaría elegir, sino eleguir. Por lo demás, la forma más antigua no fue eligo, sino elego, que dejó el participio presente elegans. Entiéndase el vocablo en todo su activo vigor verbal; el elegante es el ‘eligente’, una de cuyas especies se nos manifiesta en el ‘inteligente’. Conviene retrotraer aquella palabra a su sentido más noble, el originario. Entonces tendremos que, no siendo la famosa Ética sino el arte de elegir bien nuestras acciones, eso, precisamente eso, es la Elegancia. Ética y Elegancia son sinónimos”.

Por lo tanto, la elegancia no es solo cuestión de formas, sino de fondo, de ética. Es ese acto profundo y responsable de elegir con sabiduría nuestras palabras, nuestras acciones, y nuestra vida. Ser elegantes es, en esencia, ser éticos.

Debemos conocernos, investigarnos, explorar aquello que resuena con nuestros gustos, nuestros estudios, nuestras vivencias. Desde ese lugar íntimo, esforzarnos por hallar nuestra propia voz, esa particularidad que nos define y nos diferencia: el carácter. Una palabra que, etimológicamente, proviene del griego kharakter, que aludía a quien grababa, marcaba o tallaba en piedra o a fuego símbolos, dibujos o palabras para que quedaran para la eternidad. Curiosa coincidencia, ¿no? Se complementa perfectamente con el acto de escribir.

En algún texto anterior mencionaba que no me considero "bueno" en esto de la escritura, y explicaba el porqué. Quizás sea oportuno recordarlo, citando nuevamente lo que dije en su momento:

“…lo que escribo, lo que dejo plasmado en palabras, reconozco que no está 'bien' escrito o redactado, o que mi prosa no es la ‘correcta’. El tema es que, primero, mis estudios superiores fueron en administración de empresas y comercialización. Hoy en día podría considerarme un autodidacta en el arte, alejado de la lengua, de la escritura, del oficio de redactar textos. No soy escritor. Pero eso no me importa y no me impide hacerlo, como ya dije antes. Siento que tengo la obligación moral de decir lo que pienso y plasmarlo, porque solo hay una vida, un solo tiempo, un solo contexto para que esas palabras cobren existencia. Aunque no posea una habilidad depurada para escribir, soy un ser pensante, y al meditar mi pensamiento, mis ideas, siento que DEBO dejarlas plasmadas. Sé que, en cada escrito, la idea general se entiende. Tal vez, al dejarlo para la posteridad, pueda servirle a alguien. O tal vez no, pero allí quedará mi palabra, mi pensamiento, mi ética deseada…”

Plinio el Joven decía: "No hay escrito, por malo que sea, que no contenga algo bueno". Y en ese sentido, escribir no es tanto un acto de perfección formal, sino de autenticidad. Es un deber íntimo, casi moral, porque detrás de cada palabra que dejamos impresa, hay una vida, una experiencia, una visión que puede iluminar o resonar en otros, incluso mucho tiempo después.

Con lo que expreso aquí, no pretendo en absoluto desdeñar la "buena" escritura, ni restarle valor al placer que proporciona una prosa bien estructurada, pulida y acompañada de una correcta ortografía y gramática. Son aspectos importantes, sin duda, y es innegable que nos deleitamos al releer una y otra vez ciertos textos. Sin embargo, para ser franco, debo reconocer que todo esto que enaltezco, se destaca en mis escritos... más bien, por su ausencia. Pero no es por desprecio o negligencia deliberada. Lo que quiero señalar es que, en estos humildes ensayos, lo que más me importa es preservar lo más posible la singularidad, el atisbo de autonomía, incluso a costa de "errores" formales. Me gusta explorar con mis propios recursos: neologismos, repeticiones, palabras entre comillas, formas casi improvisadas como los "trencitos de palabras", todo ello con la intención de provocar reflexión, de crear, si se quiere, un lenguaje propio.

Nietzsche expresó algo muy parecido en el prólogo de El nacimiento de la tragedia, cuando lamentaba no haberse atrevido a usar un lenguaje completamente suyo: “¡Cuánto lamento no haber tenido el coraje (¿o la inmodestia?) de permitirme, a todos efectos, un lenguaje propio, para dar voz a esas intuiciones y audacias tan personales!”.

Esa intuición personal de la que habla Nietzsche es fundamental, porque cada uno de nosotros, consciente o no, tiene la capacidad de vislumbrar en la realidad, en la vida, algo único, algo que quizás nunca ha sido descubierto, o que al menos no ha sido visto desde nuestro ángulo. Ese aporte individual puede parecer pequeño, un simple grano de arena, pero es nuestro. ¿Será esto una forma de perspectivismo? No lo sé, pero sí puedo afirmar, como lo hizo Ortega y Gasset en El tema de nuestro tiempo:

“Cada vida es un punto de vista sobre el Universo. En rigor, lo que ella ve no lo puede ver otra. Cada individuo –persona, pueblo, época– es un órgano insustituible para la conquista de la verdad. He aquí cómo esta, que por sí misma es ajena a las variaciones históricas, adquiere una dimensión vital. Sin el desarrollo, el cambio perpetuo y la inagotable aventura que constituyen la vida, el Universo, la omnímoda verdad, quedaría ignorada”.

Estos "detalles" en mi forma de escribir —las repeticiones, los neologismos, las imperfecciones— comienzan a darle una fisonomía particular a mi estilo. Me atrevo a llamarlo “tosco” o “con tosquedad”, y me parece adecuado. La palabra tosco se refiere a algo hecho sin refinamiento, con materiales simples, con lo que se tiene a mano, como nuestras vidas cotidianas, las de la gente común, que no siempre dispone de los mejores recursos, pero hace lo mejor con lo que tiene. Escribir con tosquedad no significa despreciar a los grandes pensadores o a los eruditos como Aristóteles o Heidegger, sino más bien tomar sus ideas para reflexionar y mejorarnos a nosotros mismos, no para elevarnos a un supuesto nivel superior de "seres pensantes". Se trata de vivir y pensar de manera auténtica, sin aspirar a pertenecer a una élite intelectual.

Esa tosquedad de la que hablaba en mi escrito puede irse puliendo con el tiempo, como un canto rodante que, sin perder su esencia, se adapta a la corriente. No quiero que se crea que predico una escritura “regular” o “mala”. Cada uno de nosotros tiene la capacidad de forjar su voz, de aprender, ya sea a través de la autodidaxia o del conocimiento de quienes han hecho de la escritura su arte. En este viaje, me atrevo a afirmar que el tiempo dedicado a escribir puede tener más peso que el dedicado a leer. No sugiero que una sea superior a la otra, ni que se deba despreciar la lectura; esta es fundamental para alimentarnos de teorías, conocimiento y experiencias. Sin embargo, escribir es un acto de creación, un proceso que nos permite construir y, al mismo tiempo, reconstruirnos. La filosofía, en mi opinión, debe ser mundana, como bien sostiene Javier Goma, y no un mero ejercicio de erudición.

Hegel nos recuerda que el Ser del Hombre se manifiesta en su Obrar. Así, la escritura se convierte en una actividad creadora, mientras que la lectura nos sitúa en la pasividad de recibir. La acción de escribir es lo que da vida al texto; es un acto vital, un pulso que resuena. Recorramos la historia: los primeros filósofos, los presocráticos, no leyeron a nadie para dar luz a un pensamiento que, después de veinticinco siglos, sigue brillando en nuestras mentes. Por eso insisto en la importancia de la franqueza y la sinceridad en lo escrito, en lo narrado. La escritura debe surgir de la vida misma, ofreciendo ideas y signos que sean comprensibles, incluso desde nuestras propias limitaciones. A veces, es un reto encontrar las palabras "justas", pero el esfuerzo vale la pena.

Es fundamental, en este camino, abrazar la escritura como base, como núcleo de nuestro ensayo. Sin embargo, también debemos ser conscientes de no forzar a nadie a escribir si no lo desea o si siente que no es el momento adecuado. Escribir sin presiones ni interferencias, en un espacio de libertad, puede motivar a muchos, especialmente a los jóvenes, a adentrarse en esta danza de pensar y escribir. Este acto puede ser tanto una acción ética como un ejercicio intelectual que nos conecte con el mundo.

El texto que vayamos configurando o desfigurando, como un mosaico de pensamientos, llevará consigo un “sello propio”. Al expresar nuestras ideas, los matices de nuestra voz se entrelazarán, permitiéndonos explorar nuevos caminos. Nos atreveremos a imaginar formas distintas de ver, pensar y escribir, a iluminar el mundo de la vida (lebenswelt) desde esa originalidad infinita que todos poseemos. Tal vez, al hacerlo, podremos descubrir nuevas luces que iluminen no solo nuestro mundo, sino también el de aquellos que nos rodean.

Esa claridad de vista de la que hablo es, ante todo, sinceridad y franqueza. Me ilumina las limitaciones, los déficits y las flaquezas de mi personalidad como escritor. Sin embargo, esta luz me permite ver, pensar y escribir sin tanta oscuridad, sin la niebla y el brumo mental que a menudo me envuelven. Es un esfuerzo por aproximarme, en la medida de lo posible, a la Verdad. Pero, ¿qué Verdad? La que, por los caminos tradicionales y habituales, más que acercarnos, nos han desviado a una verdad mentirosa, a un mundo engañador, a una pérdida de sentido, de valores, de pluralidades. Como bien señala Jesús Conill, estamos navegando hacia un “estado intermedio de nihilismo”. Esta referencia no es casual; al leer y “entrar” en sus ideas, he encontrado en su teoría una crítica que me invita a explorar desde el origen, desde el cuerpo, desde lo carnal y lo cotidiano, hacia la experiencia filosófica y mística de cada uno. Es un viaje hacia ese SER MENSAJERO del que hablaba en líneas anteriores, pero que también abre un horizonte hacia el FUTURO LECTOR-receptor. Serán ellos, los hermeneutas del mañana, quienes recibirán nuestros mensajes y que interpretarán nuestros pensamientos, signos y símbolos.

Hoy, la tecno-racionalidad o racionalidad instrumental en la que estamos inmersos, para bien o para mal, ejerce una influencia y poder desmesurados en nuestras vidas. Lamentablemente, nos aleja de la Humanidad y de una cultura verdaderamente humanizada. Este fenómeno no solo nos distancia del Ser humano, sino también de nosotros mismos y de la ética que necesitamos para construir nuestras vidas. Jesús Conill, filósofo y profesor español, será un faro que iluminará y complementará el desarrollo de lo que vengo explorando en este diálogo entre pensar y escribir. Así, los futuros lectores-interpretes, en compañía de Nietzsche y, especialmente, de Ortega y Gasset, podrán reforzar sus ideas y enriquecer mi escrito. Los invito, como siempre, a profundizar en las obras de estos autores, en sus libros, conferencias y ensayos, si desean ahondar más en sus pensamientos.

Voy a esbozar, de manera esquemática, mi adentramiento en la genealogía hermenéutica. Lo haré de este modo por dos razones: primero, porque no tengo el bagaje filosófico de un profesional, y segundo, porque no deseo ser extenso ni cansar al lector.

El profesor Conill introduce a Nietzsche como uno de los “padres” de la Hermenéutica, proponiendo una perspectiva que él denomina Genealógica. A través de este enfoque, podremos comprender la racionalidad instrumental, no tanto en lo que es, sino en lo que nos dice. Debemos acercarnos, por tanto, no solo a través de la razón, que está tan instrumentalizada, sino por otra vía: el Cuerpo. Es en la intimidad de lo ínsito del Ser donde reside la originación de lo que somos. Hay un “cuerpo que nos habla”, un cuerpo que debemos interpretar, hermeneutizar. Nietzsche afirma: “En el cuerpo habita el sí mismo…sabio y poderoso”.

La importancia del cuerpo, de esa interioridad tan íntima y profunda, radica en que es creadora, originaria. Desde la niñez, nuestra corporeidad nos impulsa a “hacer cosas”, y con el paso del tiempo, comenzamos a profundizarlas, teorizar sobre ellas, a meditar y finalmente a pensar, a racionalizar. La génesis de nuestro pensamiento está entrelazada con nuestra intimidad corpórea; detrás de todo lo que hacemos, decimos o creemos, detrás de nuestras religiones, dogmas y teorías, late una fuerza vital que ordena y manda. Es aquí donde reside la necesidad de decodificar, de desentrañar los actos humanos para comprender su verdadero sentido.

Pero en la época actual, este sentido íntimo se ha desvalorizado, sustituido por el espectáculo, la pura exterioridad. La apariencia reina. No pretendo, con ello, defender un subjetivismo radical, pero sí reivindico esa fuerza humanizadora que habita en cada uno de nosotros: una energía escritora, relatora, mensajera. Negar esta fuerza es negarnos a nosotros mismos, pues está inscrita en nuestra carne, en nuestros sentimientos, afectos e impulsos, esos que son determinantes en la construcción de los valores que sostienen la ética. Esa intimidad, esa vivencia única y particular, nos convierte en mensajeros de nuestra propia experiencia, y me atrevo a decir que debemos Ser mensajeros, a pesar de las fuerzas externas que intentan homogeneizarnos, moldearnos y controlarnos.

Con coraje, tiempo y coherencia comprometida, podremos superar esas fuerzas alienantes y, con verdadero valor, ser mejores. No solo como individuos, sino como ciudadanos. Porque es en la ciudadanía, en el espacio compartido con otros, donde nos transformamos. Hoy en día, somos ciudadanos con derechos y obligaciones, viviendo bajo una libertad que debe estar ligada a la justicia. La figura del ciudadano me parece esencial, más que la de la persona o el individuo. La persona, en muchas sociedades, puede ser libre pero injusta; puede no respetar al otro porque su entorno no la obliga ni la guía hacia esa justicia. El individuo, por su parte, es demasiado personal, demasiado Yo, mientras que lo que necesitamos es salir de esa esfera para encontrarnos con el otro, en el espacio común de la ciudad.

Como Gabilondo nos recuerda: "Derecho a la diferencia, pero sin diferencia de derechos". Y en ese sentido, prefiero el ciudadano, porque es en la ciudad donde podemos ver, escuchar, hablar, problematizar y discutir. Es en la calle, no en el hogar, donde la vida se confronta, donde se puede criticar y deliberar, para luego llevar esas ideas filtradas de vuelta a la esfera personal. Solo después de habernos encontrado en el espacio común, podemos volver a casa y personalizar, individualizar lo que hemos vivido en comunidad. Es en este proceso de deliberación colectiva donde el hogar, la primigenia institución, puede revitalizarse.

Siguiendo la senda marcada por el profesor Conill, pero ahondando desde la perspectiva de Ortega y Gasset, llegamos a una clave filosófica donde el pensar y el escribir se entrelazan de una manera profundamente humana. Ortega, con su raciovitalismo, nos invita a mirar más allá de lo meramente racional y objetivo, para abrazar una interpretación vital de la realidad. Es decir, que la vida misma, con su flujo constante y sus particulares matices, se convierte en la fuente más auténtica de conocimiento, y la escritura, en el vehículo por el cual esa vitalidad se transforma en saber compartido.

Ortega, al igual que Nietzsche en su aproximación genealógica, nos acerca a una hermenéutica de la experiencia, donde el relato individual, cargado de vivencias y subjetividad, puede llegar a decir más que los análisis científicos sociales que dominan las estructuras académicas. Esos escritos particulares, esas experiencias narradas desde la interioridad, tienen el poder de revelar verdades que a menudo escapan a la fría objetividad de las ciencias sociales. Al contar nuestra historia, estamos ofreciendo algo más valioso que una mera descripción; ofrecemos una visión del mundo, un atisbo de realidad que espera ser interpretado por otros. Y aquí es donde se revela la importancia de no quedarnos a mitad de camino, de no temer al acto de escribir, aunque sea nuestra primera vez o la centésima.

Este “más de lo que creemos” que habita en nuestra escritura, nos impulsa a proyectarnos hacia afuera, a salir de nosotros mismos para ser descubiertos, interpretados por el otro. Aquí no hay espacio para un subjetivismo egocéntrico, donde la conciencia queda encerrada en sus propios límites. Al escribir, especialmente con una ética de la responsabilidad, estamos abriendo nuestras vivencias y pensamientos al futuro, al encuentro con los demás. Como señala Ortega, es en la acción de proyectar nuestra vida, de relatarla y compartirla, donde realmente nos construimos como seres históricos y narrativos. Es a través de esta “razón vital” —histórica y narrativa— que damos sentido a nuestro ser en el mundo, y es en ese acto donde nos encontramos con los otros.

No podemos ignorar la tradición de la que venimos. Victoria Camps nos recuerda que hemos oscilado entre el reduccionismo racional —donde la emoción era vista como la raíz de todos los males— y el reduccionismo emocional, que nos invita a sentir antes que a pensar. En este contexto, Camps nos propone algo fundamental: buscar un equilibrio. Este equilibrio, entre lo racional y lo emocional, entre el otro y el yo, es el punto de partida para un pensar y escribir genuino. No se trata de aspirar a la perfección o a la coherencia absoluta. Como seres humanos, es inevitable que nos equivoquemos, que en ocasiones nuestras palabras sean incomprendidas o incluso retorcidas. Pero lo importante no es la perfección; lo crucial es la responsabilidad y la valentía de salir al encuentro del otro a través de la palabra escrita.

La escritura, entonces, no se trata de sobresalir, de triunfar o de alcanzar el éxito individual, como tantas veces se predica hoy en día. Se trata de una entrega profunda, de un acto de valor que busca el bienestar común, una proyección hacia el futuro que va más allá del mero yo. Ortega nos enseña que el ser humano no es un ser solitario, encerrado en su subjetividad, sino un ser que se proyecta constantemente hacia el mundo y hacia los otros. Y en esta proyección, la escritura juega un papel crucial, al ser un acto de comunicación, de interpretación y, sobre todo, de construcción conjunta de sentido.

Es cierto que, en esta era tecnológica, muchos podrían argumentar que no tienen tiempo para escribir, o que no están acostumbrados a redactar textos. Sin embargo, la llegada de los mensajes de texto y aplicaciones como WhatsApp ha demostrado que, de hecho, todos tenemos una capacidad innata para escribir. Si lo pensamos bien, muchos de nosotros podríamos fácilmente escribir un libro con las palabras que tecleamos en nuestros dispositivos cada semana. No se trata solo de escribir, sino de poner en funcionamiento esa capacidad humana de organizar pensamientos, de meditar sobre ellos, de releer y reescribir. No se trata de pasar todo el día haciéndolo, sino de darle la importancia que merece, tomarse un momento para ordenar nuestras ideas, para ponderar lo que queremos transmitir a los otros.

Escribir con el corazón…cordialmente, al fin y al cabo, es un acto de responsabilidad. Un compromiso ético con el futuro, con los lectores que vendrán. Y lo que debemos ofrecer en ese futuro es un mensaje sensato, útil, comprometido y maduro. Esa es la verdadera labor del escritor autodidacta-mundano: proyectar su vida, su experiencia y su pensar hacia el horizonte de la interpretación, esperando ser encontrado, comprendido y transformado por los otros.

–“¿Pero si el pensamiento está tan denostado? ¿Qué pedís?”, me interpelan algunos.
Lo que pido es simple: que dejemos de lado las excusas vacías, las hipocresías que nos envuelven como un manto invisible, disimulando nuestra propia apatía. No se trata de pedir tiempo, porque tiempo hay, y se encuentra en esos momentos desperdiciados en habladurías sin sentido, en la obsesión con el “cholulaje”, en el chisme que erosiona, en la estupidización que nos traen los smartphones y los medios, en la eterna distracción del espectáculo vacío, de la consola de videojuegos o el último programa de moda. Estamos inmersos en una vorágine de superficialidad, en una sociedad consumista que se devora a sí misma, impulsada por un deseo insaciable de novedades que se extinguen antes de ser comprendidas.

¿Curiosa ironía? No tanto, quizás, al observar el verdadero significado de “frivolidad”. Del latín frivolus, esta palabra designa a quien no tiene valor, a quien no valora. Frívolo es quien se desquebraja, quien no es íntegro. Y esa fractura, esa dispersión, atenta contra la humanidad misma. Al quebrarse, se disuelve su esencia, se apagan sus valores intrínsecos y todo se convierte en lo instrumental, lo superficial. Aquí, en esta dinámica, la ética pierde su voz, pierde su lugar. Lo trágico es que muchos, la mayoría quizá, viven bajo esta frivolización, esta banalización de lo humano.

Es un fenómeno peligroso. Vivimos en tiempos donde tanto el bien como el mal se hacen con una ligereza que asusta, como si fuera simplemente parte de la rutina diaria. Pero hacer el bien de manera banal, aunque imperfecto, puede pasar. Hacer el mal con esa misma ligereza, sin conciencia, sin reflexión, es una amenaza a nuestra humanidad. Nos acercamos, peligrosamente, a las puertas del nihilismo. No solo estamos perdiendo los valores fundamentales, sino que estos se transforman, mutan en su propia sombra: disvalores que atentan contra la comunidad, la cordialidad, la posibilidad de vivir juntos de manera humana.

En este contexto, escribir es un acto de resistencia. Escribir es detener el flujo frenético del vacío y ponerle palabras a lo que se desvanece en la frivolidad. Cada palabra escrita, cada reflexión compartida, es una lucha contra la dispersión, contra la desintegración. Es un intento por recuperar la integridad, la profundidad, la humanidad que parece desvanecerse en la espuma de la vida moderna.

No se trata de escribir para sobresalir, para obtener éxito o reconocimiento. Se trata de escribir para ser responsables, para compartir un mensaje que aporte, que inspire, que conecte. Escribir es una forma de mantener viva la llama del pensamiento, de la conciencia, en medio de la trivialidad que nos rodea. Cada relato, cada reflexión, es una ventana que abrimos para el futuro, una puerta que dejamos entreabierta para que otros, los lectores que vendrán, encuentren en nuestras palabras un camino hacia una humanidad más consciente, más íntegra, más plena.

Por eso, escribir no es solo un acto de creación personal, es un deber hacia los otros, una responsabilidad hacia el mundo que habitamos y que construimos con cada gesto, cada palabra, cada silencio. Dejemos de lado las excusas y las distracciones. Tomemos el tiempo para pensar, para escribir, para compartir lo que somos y lo que aspiramos a ser. Porque en cada palabra escrita, en cada pensamiento plasmado, nos encontramos con nosotros mismos, y con los otros, en la tarea eterna de construir juntos una vida con sentido.

Por último, pero no menos importante, dejo unas reflexiones y o pensares de unas de mis autoras favoritas: María Zambrano, con su razón poética. Ella nos invita a trascender la lógica puramente racional y conectar con lo más profundo de nuestro ser, con lo que "sentimos, imaginamos y soñamos". Escribir, desde esta perspectiva, no es solo un ejercicio técnico o superficial, sino un acto que puede descubrirnos a nosotros mismos y proyectarnos hacia los demás, en busca de una verdad vital.

Como ella misma señala, la persona es un ser en constante construcción, en diálogo consigo misma y con el otro, y es en este intercambio donde nace la verdadera humanidad. "La esperanza fallida se convierte en delirio", escribe Zambrano, sugiriendo que la pérdida de conexión con nuestras raíces humanas y trascendentes nos deja vacíos, vulnerables al nihilismo y la banalidad que tanto he señalado en este escrito. Es por eso que, desde su óptica, la escritura es una manera de proyectarse hacia los demás, un modo de no quedarse en el aislamiento del yo, sino de proyectar una verdad compartida, histórica y vital​

Escribir, entonces, no es solo una herramienta para expresar ideas, sino para recoger la historia y construir comunidad, tomando conciencia del valor intrínseco de lo humano, lo que trasciende y se proyecta en la búsqueda de lo colectivo.

 

Continuará...