Entonces Dios le siguió diciendo: "Toma a tu planeta, el único que tienes, el que tanto dice que amas, la Tierra; ve a la región -La Gula-, y ofrécelo en holocausto sobre el –Sistema- que yo te indicaré".
Si obras de esa manera y no me niegas a tu única Tierra, yo te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar. Tus descendientes conquistarán todo a su paso, y por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra si obedeces mi voz.
A la madrugada del día siguiente, tomó su planeta lo escondió en una bolsa, y llevó consigo a dos de sus servidores y a su hijo, y después se dirigió hacia el lugar que Dios le había indicado.
Al tercer día, alzando los ojos, divisó el lugar desde lejos, y dijo a sus servidores: "Quédense aquí, mientras yo, y el muchacho seguimos adelante. Daremos culto a Dios, y después volveremos a reunirnos con ustedes".
La bolsa de “leña” le era pesada, entonces la cargó sobre su hijo; él, por su parte, tomó en sus manos el fuego y el cuchillo, y siguieron caminando los dos juntos.
El niño rompió el silencio y dijo a su padre: "¡Padre!". Él respondió: "Sí, hijo mío". "Tenemos el fuego y la leña, continuó el niño, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?".
"Dios proveerá el cordero para el holocausto", respondió. Y siguieron caminando los dos juntos.
Cuando llegaron al lugar que Dios le había indicado, erigió un altar, pidió la bolsa que llevaba en niño, saco de ella el Planeta y lo puso sobre el altar encima de la leña, comenzando la quemazón sobre el Sistema Capitalista que su Dios le ordenó. El calor comenzó a derretir los hielos, evaporar el agua dulce, carbonizar la autenticidad, cosificar la conciencia, las críticas.
Luego extendió su mano y tomó el cuchillo para inmolar a la tierra. Sosteniendo en lo alto el acero para cometer el sacrificio, mirando al cielo, como esperando un “milagro divino”, y con un fervor ciego, siguió adelante.
Pero en el mismísimo instante en donde el brazo martirizado del Hombre bajaba con una fuerza cuasi-ajena; las pequeñas manos de su hijo, sacando el poder de toda una “generación”, desvío la daga destructora-asesina que solo infirió una herida, a tan delicado ecosistema.
Y el niño dijo: "No pongas tu mano sobre la tierra, ni le hagas ningún daño. Ahora sé que temes a Dios con un fuerza tan irracional y con una fe inhumana, debido a que no le has negado ni siquiera nuestra subsistencia”
En llanto, sobre el altar, tirado, el Hombre, repetía: ¡¡pero cómo, si Dios me lo dijo, si “ el Señor proveerá”, si su voz me lo ordenó.
Su hijo, con indignación y enojo refutó: Padre, por favor, aquí Dios nada tiene que ver, nada tuvo que decir; eres tu el Hombre, el que desagraciadamente alucina en “tu” mundo encantado, el sistema, la fe, la Ley que solo tú has creado, imaginado, desarrollado y destruido para luego volver a comenzar en un fluir que dio paso a la historia, pero la has dogmatizado a un extremo en el cual el andar, el desplazamiento de pro-yectante en el Hombre se detuvo y sigues con la “lectura” de antaño para contigo, banalizando hasta el extremo a los otros, a la naturaleza, la tierra y a las generaciones futuras en las cuales yo y millones nos encontramos.
Las voces que escuchas, son tus voces, nada del más allá, todo del más acá; que te has prometido a ti mismo diciendo, ¿Qué?: estarás colmado de bendiciones, multiplicará tus descendencias, en el mar, las arenas, tus descendientes se bendecirán con……. ¿Con que?, ¿Sobre qué?, ¡¡¡¡si estuviste a punto de exterminar a todo el planeta por tu egoísmo idólatra del fetichista-mercantil sobre-consumista. ¿En qué tierra, en que campos en qué mares, bajo qué árboles, sobre qué ríos….si tu holocausto hubiera tenido éxito que subsistencia tendría la descendencia?!!!!
Mucho tiempo ha pasado de aquellos sucesos; pero hoy día en el horizonte la oscura sombra de la escoria atroz de aquellos pensamientos, ideas y actos de antaño cometidos por el Hombre, nos asechan con el temor y el temblor que sintió aquel niño en donde su misma sangre, su misma carne, su misma humanidad, arremetió en desenfreno egoísta contra sus propios hijos en un incierto porvenir de consecuencias irremediables.......Quebrar, girar y arremeter contra los buitres rastreros del vil metal, desatará las ataduras que nos “consumen” vislumbrando un mejor legado para las generaciones futuras.
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