Después de tanto vuelvo a escribir empujado por las habladurías que me rodean. Hay mucho discurso, mucho comentario, más hoy, en la Era de la información que nos ahoga y transita a toda velocidad una tras otra, sin dejarnos siquiera despabilarnos de una, para recibir el golpe de la próxima, en esa vía de la información que nos rodea. Pero hay momentos que debemos hacer un alto, una parada, y llevar a la vera algunas palabras, algunos discursos de la que es necesario hacer una crítica, una reflexión ; y en este caso, sobre una vía citadina propia, la calle de mi ciudad, de mi entorno, de lo cercano.-
Porque, si… a veces es mejor dejar pasar unas palabras, un comentario para que no lleven a peores consecuencias o no le hacen bien a nadie; pero hay otras voces que en la historia se dicen, se instalan y nada ni nadie, por miedo, por “el que dirán”, por falta de tiempo y por humilde ignorancia no refuta, no se contrapone y dice – ¡NO, aquí hay algo que puede no estar bien! –Analicémoslo detenidamente y veremos si es verdad, si sus fundamentos son fuertes y concretos, o si solo están reforzados por un andamiaje ideológico radical, que no permite-admite crítica.-
Todo esto bien a pie de lo que es escuchado y leído de unas palabras que nacieron de un “profesional” del filosofar, que fue una gran figura social en su momento y que realmente ha hecho mucho para con esta comunidad y lo sigue haciendo. No por todo lo dicho, éste se encontrará exento de crítica, por supuesto, no una crítica a su persona, ya que yo no soy quien para hacerla, y además no viene al caso (ni vendrá); sino la crítica es a su discurso, o sea a la palabra que da, que emite y que por su “título” y su curriculum tiene de peso en la sociedad que lo recibe.-
Hace una semana a través de Facebook recibí de su parte las siguientes palabras que me llevaron a hacer este escrito y en su momento, a refutarlas-contestarlas, con palabras tal vez bastantes fuertes, bueno…
Primero sus palabras:
“Como ya lo había visto Aristóteles, la felicidad es el sentido de todo nuestro obrar... los actos que nos hacen verdaderamente felices son buenos... de lo contrario nos hacen mal... Fuimos creados para la felicidad y lograrla ahora es una decisión de cada uno en este presente privilegiado y misterioso... Si queremos, podemos ser felices YA!!! Todos nuestros sanos valores se apoyan en esta decisión...”
Mi contestación al instante:
Cada vez se están haciendo sentir con mayor fuerza, en estas latitudes aquellos pensamientos o filosofías unidimensionales (no ven la pluralidad social). Es difundida por una elite que se cree profesional o pretenden lograr mayor erudición. Tienen que saber mejor que es la Neutralidad AXIOLÓGICA. Muy arraigadas a delirios báquicos de tiempos románticos. Con una primacía de Yo, de una ética de la felicidad personal RADICAL” o sea caiga quien caiga, menos ese yo, por supuesto, (racionalidad instrumental). Se basan en estándares éticos del neolítico, trasnochados, que cuando quieren plasmarse en la calle, para con los “seres de a pie”, en lo social, con otras subjetividades, otras pulsiones, con los OTROS; pierden todo su valor, son estériles.-
Como diría Max Scheler: “Aquel que quiere ser bueno, pero no realizar valores extra morales, ese no es ni bueno, ese es un Fariseo”.-
Por ello estuve leyendo un poco con más profundidad no solo al gran pensador citado por el profesional, Aristóteles, sobre este tema de la Felicidad; sino más bien a un gran hermeneuta Emilio Lledo, que me ayudó a llegar a un Aristóteles y algunos pensadores griegos más, en donde allí, en ellos, vio nacer esta palabra, de la cual hoy nos servimos todos la cultura occidental, y desde allí, ver realmente que querían decir cuando decían: Ser feliz; y complementarlo con un tema que muchos olvidan cuando “quieren ser felices” o “vender felicidad”, que es la salida hacia la Polis, hacia la comunidad, hacia el otro, en definitiva hacia lo político-moral que el “animal político” (zoon politikon) a través de la razón-palabra (logos) practica en la comunidad; porque no se puede negar que en esta sociedad de consumo e hiper comunicada, la felicidad en su mayoría está ligada al deseo, y al deseo de cosas, que las venden, las poseen, las muestran, las comparan, otros personas que solo están quiérase o no, en la polis; y en esa satisfacción de un deseo pueden estar yendo (consciente o inconscientemente) contra otras personas, hasta con los más cercanos.-
Sé muy bien, y no olvido que al querer hablar hoy día de felicidad puede parecer para muchos, en este mundo para tantísimos tan infeliz y carente, sonar un tanto sarcástico; pero quiero, sin caer en pedanterías seguir el hilo histórico de esta palabra, cómo y en dónde nació, o sea de la teoría, pasarlo o “arrastrarlo” a un contexto práctico-práxico. Los siglo nos han dejado ver el uso, o más bien el mal uso, de esta palabra como constructor de un teoría ética (ética de la felicidad como se la denominó) de la cual Aristóteles le dio génesis, pero no se limitó a exponer sus beneficios, sino fue más aún, y nos mostró con excelente claridad, los peligros en donde podría caerse en su mal-uso; solo que los que luego vinieron y se “sirvieron” de sus textos, como es de costumbre, tomaron lo conveniente para su uso ideológico, año a año, siglo a siglo descartaron, cuadricularon y callaron la voz, la fone, del propio Aristóteles y de muchos más pensadores, impresos en esos grandiosos textos que hoy 25 siglos después siguen enseñándonos a pesar de todo el manoseo, la deformación de quienes solo buscan el amor erudición propia, más que el amor a la vida, al conjunto de lo vital.-
Amamos el conocimiento,
Amamos la investigación,
Amamos el saber,
solo por una cosa,
porque amamos la vida PROTECTICO de ARISTOTELES
Esa ética de la felicidad desvirtuada, cuadriculada o como quiera llamarse, pasada por el tamiz dogmático de varios “grupos” durante tiempo; hoy día cuando quiere plasmarse en la calle, en la realidad, con la otredad del mundo, cae, se derrumba, no tiene sustento alguno; todos esos libros de autoayuda, esos vendedores de felicidad y demás Fariseos, lo que hacen es una ética que pretende salir hacia el otro… y lo hacen; pero siempre con la consigna primaria de un beneficio a toda costa para mí, la autofilia, el amor a sí mismo, el egoísmo no puede desprenderse en ésto; como aquel primer tipo Ideal de Max Weber (Racional con arreglo a fines) en el que el sentido de su acción, para resumir, solo busca el maximizar resultados caiga quien caiga, actúa según un fin ciegamente, o sea es una ética que está en la linde no es casi inmoral sino amoral; por eso decía que sale hacia el otro, pero no para “encontrarse” sino para medirlo e instrumentalizarlo.-
En la ética Eudemia, en el libro primero, Aristóteles se pregunta por el bien vivir (eu zen) y busca equipararlo con la Felicidad (Eudaimonia). Allí comienza a transitar por una línea, que es la que estamos comentando, un tanto peligrosa, ya que esa equiparación puede ir en contra de los Otros, porque mi Ser, con mis pasiones, mis deseos y demás pulsiones me ciega. El lo dice en este texto, y nos dice unas cosas muy bonitas e interesantes. Ese equilibrio, esa moderación (Sofrosine) que me lleva tener Eudaimonia en mi intimidad, sabiendo administrarla a través de la Virtud (Arete) y del bien (Agathos) en contacto con la Otredad; me da y hace crecer la Energeia – Energía – que me mueve y que posibilita oportunidades (Kairos) para ser vividas en esa casa común (Oikia) que es la Polis, la comunidad.-
Yo ahora me pregunto y pregunto: ¿son buenos, como dice la afirmación del “profesional”, los actos que nos hacen verdaderamente felices?
Creo que solamente puede afirmar que un acto es bueno (en sentido moral) si me hace feliz, aquella persona/s que todavía no ha sufrido o que no puede llegar a pensar, que existen vejaciones, insultos, morbos, atropellos, males, injusticias, etc, etc, que fueron realizados por una persona o grupo que buscando su/la propia felicidad o en nombre de ella comete estos actos, que creo yo, no son para nada Buenos. Ejemplos: un violador, un dictador, un explotador social, un fanático religioso o político, estos pueden cometer excesos, agravios (Hýbris) con el fin de conseguir su felicidad, su Eu zen (bien vivir), pero que éticamente ninguna sociedad que pretende justicia (Díke), equidad y el bien general que sirva al pueblo (Agathos) puede tolerar.-
Por todo esto tenemos que estar alertas-atentos de aquello que nos quieren “vender” por verdad, por fundamentación erudita, unos conocimientos heredados pero deformados al extremo, que llevan al peligro de que la educación (paideia) que estos ofrecen en vez de llevar a que sirva de elemento de formar para liberar a los hombres/mujeres, lleven a una tentativa de dominio sobre los educandos y a su vez opriman y nublen la eudaimonia, la felicidad, que nos da la libertad de Ser, de encontrar la verdad (alezeia) y elegir por si mismos.-
Todos o casi todos buscan la felicidad en este mundo, eso es innegable y por supuesto debe existir, pero hay que saber manejar los medios de cómo llegar a ella, para que la ceguera teleológica (del fin) hacia la Eudaimonia que algunos poseen para conseguir no los lleve al caer en la Hýbris que es la base de un egoísmo radical sin mediar consecuencias.-
Los antiguos pensadores griegos no se auto-engañaban, no querían ni podían mentirse, porque eran buscadores de la verdad, de la verdad fundamentada, ya que estaban “poniéndole nombre” a las cosas. Cuando llegaban a un punto, seguían preguntándose, planteándose problemas, no se detenían, congelados bajo el dogma y la erudición como algunos espíritus contemporáneas lo hacen; sino que sus almas tenían una fluidez, una navegabilidad que les permitía y permitió Ser verdaderos eruditos, amantes del logos, amantes del saber-conocimiento philosophos, amantes de la vida, que XXV siglos después, nos siguen y seguirán enseñando.
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