¿QUE SON LAS POLÍTICAS CULTURALES PÚBLICAS? ESCRITO II

Aclaración: a este escrito le antecede un escrito anterior, para verlo ingresar AQUÍ



Pasaron cinco meses del escrito anterior sobre las políticas culturales públicas. Ese humilde escrito fui dirigido y/o enviado,  a los candidatos postulados en su momento para las elecciones a concejal e intendente de esta ciudad, además el envió de mi escrito lo dirigí a las actuales autoridades municipales del momento (intendente y secretario de cultura) semanas antes de realizarse el acto eleccionario (octubre del 2013), en pleno proceso de la campaña electoral.
En el mismo escrito me preguntaba y más aún, les preguntaba sobre algunas dudas preferentemente referidas al ámbito y a la función en/de la cultura, o sea a las políticas culturales públicas y que son y serán, ¿Cómo decir?; ejecutadas, administradas, garantizadas y respondidas por los funcionarios actuales o a ser designados. De estos yo pretendería (creo con demasiado optimismo) obtener respuestas, refutaciones, aclaraciones y demás, que un simple ciudadano en pleno derecho,  hace valer; y que el funcionario en.. ¿pleno? ..deber ¿debía? responder.
Porque bien uno puede valerse, informarse o referenciarse con escritos de especialistas en la materia, eruditos o que han pensado-escrito sobre este tema. Pero esto no saciaba mis expectativas de búsqueda y respuesta, ya que preferentemente estos se adentraban en el ámbito de la cultura en general,  en demasía sobre lo privado.  Menos aún, no  he encontrado algún escrito o pensamiento local de que valerme.  Además el supuesto de contexto y  tiempo, que es un elemento primario de análisis sobre este tema, no se correspondía en lo absoluto en lo poco que pueda obtener de algunos análisis realizados en algún momento.
Por esto remarco, antes de continuar que: HASTA EL MOMENTO NO HE RECIBIDO DE NINGUNA DE LAS PERSONAS A LAS QUE ENVIE EL PRIMER ESCRITO RESPESTA ALGUNA.
Cabe agregar que la no respuesta luego de pasadas las elecciones y sin recibir absolutamente  NADA de las partes consultadas, ni algún gesto sea positivo, negativo, explicativo, etc, etc, de mi escrito; me llevo a ampliar el ámbito de mi búsqueda de respuestas; y por ello envié el mismo escrito a funcionarios de más alto “poder” o “rango” en el ámbito provincial y nacional, en la materia; o sea a la secretaria de cultura e innovación de la provincia de Santa Fe, Sra.……… Y al secretario de Cultura de la nación Argentina, Sr. …. Por supuesto anteponiendo y contextualizado  con una introducción explicativa del porque él envió del escrito a estos, y la búsqueda-respuesta de aquellas preguntas (no todas) que estos puedan responderme.
En este último caso, aquí si recibí una respuesta de sus secretarios pertinentes; los cuales me confirmaban la recepción del escrito y la pronta respuesta al mismo…..hasta hoy abril del 2014…..sigo esperando…y nada…-por lo menos que me digan: -estas equivocado, que cosas decís, o cualquier comentario…..un silencio total de no solo algunos, sino TODOS estos llamados funcionarios de la cosa pública.
Del silencio, de la nada, de la no respuesta recibida solo puedo concluir en sacar algunos adjetivos que se les puede asignar o designar a estos personajes: desinterés, ineficiencia, irresponsabilidad, desaire, desapego, y todos los que ustedes quieran agregar. Creo que lo que se está vivenciando en este tiempo sobre este y otros temas es una real tragedia. Se siente, se ve, se percibe directamente en mi localidad, pero que es un fenómeno que va mucho más allá…cuasi global.
Esta tragedia no terminará hoy o mañana, este fenómeno está comenzando a gestarse cada vez con mayor fuerza, para luego podrá llegar a enraizarse en todos los ámbitos del tejido social, sea público o privado. Porque vuelvo a repetir, para no confundir ni bifurcar la idea; donde estoy haciendo hincapié, y por ello mi mayor preocupación, es que toda estas, faltas, este desinteres, esta irresponsabilidad de la función; suceden en lo Público, que es lo de todos, lo nuestro, lo ciudadano. Y por ello remarco que de lo privado (por el momento) no voy a dirigir mi análisis, que lo valdría,  por supuesto, ya que como se verá más adelante este enraizamiento problemático de las políticas culturales públicas, irán adentrándose con el apoyo de la “espectacularidad y ritualización cultural” en instituciones privadas en todos los niveles, fenómenos que se perciben cotidianamente.
Esas instituciones de las que hablo, ya sea privada o pública, son para el hombre, en términos generales en el mundo la cultura, una “segunda naturaleza” en palabras de Gehlen. Las instituciones son modelos o formas de conducta que sirven – en todo el sentido de la palabras- al ser humano a hacer más “liviana” y llevadera la onerosa carga existencial, como seres, abiertos  al mundo –weltoffenheit. Por ello el tema de las instituciones – y aquí me dirijo a las públicas por supuesto- con todo el tragicismo que fui e iré describiendo sobre estas, en donde en una época eran los pilares de una sociedad, hoy esta pública desfachatez cultural, comenzará y comenzó a corroer los cimientos de nuestra esta sociedad, no de la equidad y del bienestar….sino del consumo, que solo quiere eso mismo consumir de todo, y con ello, cultura. –y que mejor que promocionar o marketinizar ese ideal que: institucionalizando el espectáculo público, en donde no se ve un esfuerzo de crear, defender y fomentar valores ( y estos no son ni deben ser de cambio, sino de espíritu), por el contrario se ve desgraciadamente que la “maquinaria pública administrativa burocrática y partidista”….-si, todo eso-….se pone al servicio de SU propio fin, llevando a la cultura a ser puro instrumento, objetivándolo todo, en busca de resultados  que aporten el máximo, de poder, influencias, prestigio, etc; que  beneficie a un grupo, sector, partido, amistad, clan, sociedad, cofradía,  banda/o, determinada/o. Las instituciones en definitiva comienzan a corroerse. Ese telos, el fin, la finalidad por la que fueron creadas, subvierte ese VALOR que tenían.
O sea que por esa malversación ideológica de la cultura, las actuales políticas culturales públicas, llevan no solo a un derroche de recursos materiales, humanos, de dinero y tiempo de la “cosa pública” DE TODOS NOSOSTROS LOS CIUDADANOS –para que no se olvide-, sino que comienza a propagarse, enraizarse en otras instituciones  llegando  a “formalizarse-naturalizarse” como algo habitual en el desarrollo de estas; la espectacularización y ritualización  cultural así se expande en todas las capas de la sociedad, una sociedad a la que conocemos y sabemos toda la problemática existente; la que pide ..a veces….un cambio, una mejora…..y que le damos desde lo público…..¡¡¡espectáculos!!!, ¡¡ritos!! Y en la sumatoria ¿que obtendremos?...Creo que más incertidumbre, pérdida de valores, perdida de respeto a las personas y a las instituciones, perdida de pertenencia ciudadana, agresividad, resentimiento conllevando a un estado general de  crispación social, ya que los lazos humanos se instrumentalizan y objetivan como pura cosa, y los programas de la institución pública, que es “administrada” por la secretaria de cultura, adquieren sesgos utilitaristas, fomentando en cierta forma una desinstitucionalización de la realidad. Los ciudadanos se encuentran como perdidos, sin encontrar un camino común (no que lo homogenice…no…por favor)… De lo que se debe tratar es de crear estímulos, valores que sean las herramientas que “eduquen” al ciudadano para mejorarse y mejorar el todo, cercano y por qué no,  lejano…ser ese ciudadano del mundo…ese cosmopolita que se abre, que fluye, escucha y valora  con y por la/s vida/s.
Para no alarmar o demonizar estos sucesos; sé muy bien que lo que acontece no es planificado o dirigido por “mentes demoníacas” o por un supra poder “maligno” organizado…..nada por el estilo. Lo peligroso y a su vez desbordante es que la misma “creación” supera a su creador, independizándose para luego ir en contra de éste, o sea en contra de la ciudadanía; y cuando hablo de ciudadano no quiero quedarme o interpretarlo, en un sentido teórico de un colectivo humano que vive en un determinado lugar, bajo derechos y obligaciones establecidas por una ley; a no olvidar que esa ciudadanía está constituida por seres biológicos, por seres con VIDA, y la vida como decía Simmel, “consiste precisamente en ser más que vida; en ella, lo inmanente es un trascender más allá de si misma”, y sigue Ortega  basándose en las palabra de Simmel, “…ahora podemos dar su exacta significación al vocablo CULTURA. Esas funciones vitales – por tanto, hechos subjetivos, intraorgánicos-  que cumplen leyes objetivas que en sí mismas lleven la condición de amoldarse a un régimen transvital, son la cultura. No se deje, pues, un vago contenido a este término. La cultura consiste en ciertas actividades biológicas, ni más ni menos biológicas que digestión o locomoción.” Por esto y más, hay que estar más atentos, a la escucha y el “llamado”, porque si entonces sabemos que hay un problema, tenemos que también saber encontrarlo y solucionarlo; porque siguiendo las palabra de Simmel, si la cultura es tan importante o igual que ciertas actividades que nos permite LA VIDA, en consecuencia hay que estar atentos para protegerla, amarla, reafirmarla.
Creo que esto último me lleva nuevamente a referirme de los Valores, y este, el valor Vida, es primario y fundamental, proteger, amar querer y estar atentos de quienes quieren dañarle, es una responsabilidad individual y también colectiva. DE modo que aquellos funcionarios públicos que tanto mal hacen con y a la cultura, lo están haciendo a la VIDA de cada ciudadano.   Por ello no puedo dejar pasar un análisis de Max Scheler y que luego seguirá Nicolai Hartman sobre la ética axiológica o sea de valores; de la mano del profesor Diego Gracia Gillén, me introduce al tema en que Scheler comienza postulando el “principio de jerarquía de los valores”, en donde nos dice que hay muchos valores, económicos, materiales, espirituales, vitales, etc., en donde no cabe duda en que hay una intuición de que los valores espirituales son superiores a los valores materiales, entonces Scheler establece que hay un principio de jerarquía o elevación de los valores; pero lo interesante lo añade Nicolai Hartman, en donde realmente reconoce y sigue las ideas de Scheler, pero agrega otro principio, otra regla en el tema de los valores; él lo llama el principio de fuerza o fortaleza de los valores; nos dice que los valores inferiores son menos elevados, pero más fuertes, lo que significa que si los dañamos o lesionamos a estos valores “inferiores”, se cae todo el edificio de los valores. Se ejemplifica en una planteo que puede decir: - ¿se puede dar la vida (valor material) por una creencia religiosa o por la patria (valores culturales)? –parece que sí, eso son los que se llaman mártires y héroes, y se los magnifica alaba, y se les construyen estatuas y monumentos…pero.. ¡ojo!, porque la VIDA es fundante en/de todos estos personajes del ejemplo y de la vida en concreto. La vida tiene la fuerza y la urgencia en la “escala” de valores que muchos han olvidado y han y están dañando.
Todo estos síntomas de/en/con la cultura, ni podemos llamarlo in-cultura, in-culturalismo, falta de cultura; es paradójicamente casi todo lo contrario, pero con “agregados” que solo este tiempo de mentalidades tecnológicas puede ofrecer. Se ha llegado en algunos ámbitos a tanta espectacularización y ritualización cultural, a tanto cultura para la propaganda, a tanto despilfarro desde la cultura funcionaria, a tanta –en palabras de Ortega y Gasset… presunta “beatería de la cultura”, en donde la cultura más que en un ámbito de salud que esta a favor de la vida, pasa lo contrario y se destina la vida (en un sentido de energía, de recursos, de vitalidad, espíritu) a satisfacer a la cultura;  llevando (siguiendo a Ortega) “a un estado en donde la vida inculta es barbarie, pero la cultura desvitalizada en bizantinismo”….” Y en donde la cultura o más bien la beatería de la cultura ha llegado a tales extremos que es una forma de “cristianismo sin Dios”, se atrevía a decir Ortega, en su tiempo, y está pasando en el nuestro.
O sea que no debemos olvidar esa conjunción o entrelazamiento entre el mundo de la cultura y el mundo de la vida (Lebenswelt), de los que tanto Simmel, Cassierer, Gehlen, Freud, Ortega y otros nos han dejado en sus pensamientos, escritos y conferencias; en donde la tragedia, la crisis, el conflicto en la cultura del que hablan, radica en el hecho de que la vida comienza a estar al servicio de la cultura, y no lo que debería incurrir, en una sociedad de “buena salud” en donde la cultura debe estar al servicio de la vida, y ocurre que puede llegar a tales extremos este suceso, que cuando aparentemente es más “rica” una cultura, más pobre puede  llegar a ser la vida.
De esta forma y adentrándome  nuevamente en mis experiencias locales, con el agregado de lo que en el texto anterior (POLÍTICAS CULTURALES PÚBLICAS I) dejaba plasmado en lo que veía, me preguntaba y realmente sorprendía de algunas actitudes de la función pública….y que desgraciadamente hoy sigo viendo…y hasta magnificadas. Yo no me explico….bueno, creo que sí,….lo que pasa es que no puedo creer a qué extremos se ha llegado en este tema, para dar un ejemplo, ¿Cómo puede un desfile de modas, y un outlet de venta de indumentaria y demás, ser planificado, organizado y promocionado por la secretaria de cultura de una municipalidad.  Volvemos a lo mismo, la función pública cultural, por la propia estructura burocrática organizativa, se auto enajena, perdiendo la propia función de esta, instrumentándose hacia objetivos ajenos (disculpen la redundancia) a la esencia, el objetivo, el desempeño y la responsabilidad que le compete. El fetichismo comercial se adentra, o se adueña de la “supuesta cultura”.
Y de esto por ejemplo ¿qué dice la ciudad-sociedad?, ¿se plantea, se asombra, hace una crítica, o solo se da noticia, se promociona, ….y todos felices? Si, Si,…..creo que pasa esto último…seguimos en lo mismo. Después  a no quejarse, que la sociedad, que la juventud, que no se valora nada, que no se respeta, que esto, que aquello…..si la mismas instituciones, superiores, inferiores, privadas y públicas, institucionalizan estas FORMAS de “supuesta cultura” (ya me da “cosa” a estas alturas decir cultura).Si se da por sentado, ética y moralmente estas formas….repito…¡después a no quejarse!


Como ya lo dije, y lo seguiré haciendo, no solo en éste sino en y para todos mis escritos, estos, no apuntan a la crítica por la crítica, más aún ni es partidista, ni con el más mínimo tinte de caprichismo político, que tanto se ve en estos días, por supuesto menos es ideológico, o rupturista con el hecho cultural. Todo es humildemente fruto del pensar, de la pregunta, de la búsqueda de respuestas, del comprender, para construir o reparar, que un simple ciudadano en pleno derecho y sin ir contra la ley ( que nos ofrece un estado republicano democrático, por supuesto) expresa, por ejemplo en este escrito no por  un puro regocijo egocentrista; este y todos mis textos, son para y con el otro. Esa es la función y el objetivo de la palabra escrita, que va más allá de uno, hacia otros, cercanos, lejanos, de hoy, de mañana que en su propio contexto interpretarán para bien o para mal, espero que para bien, ese es mi objetivo. Lo que debe quedar y lo que hay verdaderamente que “promocionar” es ese espíritu de saber, de buscar, de tantear, de tentar, de ensayar – Ensayo- (Montaigne) que todo ser, es ser con “mensaje/s”, quiéramos o no “enviarlo”, pasa por cada uno, y por el grado no solo de afinidad con lo Otro, sino con la responsabilidad que ese Otro nos pide. Y creo que hoy los que más PIDEN, o LLAMAN a la responsabilidad, a dejarles esos mensajes didácticos;  son los niños, o las generaciones futuras por nacer, que habitaran, serán ciudadanos y cultivarán una nueva cultura en/de cada ciudad que los acoja.
Es el momento, hay que comenzar a actuar, desde todos los medios y hacia todas las instituciones, replanteando funciones, fines, objetivos; todo aspecto sobre el verdadero e importante aporte que nos da la “verdadera cultura”, no ese supuesto y aparente beaterismo cultural; y son los funcionario, les guste o no, en donde recae la toma de postura reflexiva y autocritica; porque no es tarde se puede mejorar….el tema, es si se quiere hacer, o se opta por un conformismo en la función, en donde nadie se pregunta nada, todo sigue como siempre y…..así vamos…. Recordando la frase original de estos escritos en palabras de Marcuse, él nos decía que “la civilización recibe su alma de la cultura”, pero si el alma está totalmente vacía de contenido, de principios, de valores, de vitalidad; ¿Qué estado de civilización pretendemos tener, para legar a las generaciones futuras?. Porque a no confundir, o mal interpretar, ya lo decía en una artículo del 2009 “el grado de civilización de una comunidad o sociedad, no está marcado por el desarrollo TECNOLÓGICO; hay que desmitificar este disparate. Si en una sociedad por ejemplo para conseguir comida, llaman por teléfono a un delívery, se la traen en un automóvil, la calientan en un microondas y la comen mirando el televisor bajo una luz artificial; no es más civilizada de aquella que caza un animal con arco y flecha y se lo destripa, cocina y come al lado de la fogata y duerme en una choza. Solo el grado de unión, convivencia y trato para con los otros, integrante de la comunidad, dará como resultado el grado para considerar a alguien más o menos CIVILIZADO, ya sea que vivía en Madrid, Tenochtitlán , Londres o Chichén Itzá”.( ¿BARBARIE O CIVILIZACIÓN?)

Y esa postura de auto cuestionarse, de replantearse problemas, en preguntando/se; pero cuando las preguntas comienzan a desaparecer, hasta las más simples; son los primeros síntomas (y ya lo estamos viendo) que algo malo está pasando. Son momentos muy peligrosos y trágicos a la vez, la Vida se estanca, se paraliza y comienzan a engendrarse un proceso de homogenización y unidimensionalizacion social por ese conformismo. En que cada uno hace, ve, actúa de acuerdo a lo que hace la masa, el todo, ya que nada se crítica constructivamente, las preguntas como decía desaparecen, es como un NO, o mejor dicho un miedo al cambio a lo nuevo…a la fluidez de la vida.  Con ello la espontaneidad, la imaginación del Ser humano, esa clamada libertad, se enfrenta a esta cultura. Esa espontaneidad que fue la génesis de eso que denominamos cultura, la propia “nueva cultura”, eso que llamo culturalismo, ligada al consumismo, a la ritualización del  espectáculo, la supra diversión, la propaganda, la hiper-velocidad social, las mentalidades tecnológicas; esclerotiza al Yo. Esa esclerosis que como lo dice un diagnóstico patológico: consiste en la atrofia o endurecimiento de cualquier tejido u órgano; la VIDA se atrofia, se endurece. Así el endurecimiento existencial sumado al debilitamiento de las  instituciones, esas instituciones que hoy vemos en casi todos los ámbitos, inmersas  en una crisis cada vez más acuciante, la institución educativa, del estado , política, religiosa, familiar, que un momento fueron el sostén, cimiento y seguridad, para el desarrollo del ciudadano, ya no cumplen esa función primaria, dejan a los hombres/mujeres perdidos, inseguros, temerosos por el porvenir y salen a la luz brotes cada vez mayores de agresividad, tensión, irritabilidad, crispación que convierte a los con-ciudadanos en contra-ciudadanos, los lazos éticos se rompen, y la conflictividad social e institucional aumenta.  Haciendo un paralelismo con el comportamiento  de un animal a la que se le han eliminado, suprimido los instintos primarios; los ciudadanos sin las instituciones, desde una visión antropobiológica (Gehlen) comienzan a comportarse de la misma manera: desorientación, angustia, irritabilidad, incertidumbre.
Por ello no debemos olvidar que esos ciudadanos viven en democracia, son votantes, pueden elegir, son en “momentos” libres, podría decirse;….ese otro animal…¡No!. Entonces hay algo para hacer, para no resignarse al fracaso y la desidia de la cultura. Podemos comenzar con las políticas culturales públicas, que son de todos, que en definitiva nosotros elegimos, para de allí comenzar a adentrarnos en los entornos privados y así fomentar (no imponer aclaro) una cultura que impulse y proteja la vida, la fluidez, la vitalidad de la polis, la “salud” cultural de la ciudadanía.  En donde la cultura sea el remedio y no la enfermedad del comportamiento de la sociedad.

Aquí, debo parar, irremediablemente aun yéndome de la idea central, no puedo dejar de hacer un llamado específico y general a la vez. Porque cuando queremos actuar o nos plantemos problemas como los aquí descriptos, hay siempre o debe haber en cada uno de nosotros, un no olvidar el momento histórico y social, el entorno, el tiempo en donde estamos situado y también el que pasamos y fuimos recogiendo experiencias, práctica, entendimiento, asimilación, en definitiva paideia –Educación.. Creo que indefectiblemente es una época de compromiso, de responsabilidades, de tomar cartas por el asunto. Y creo que en donde recae esa posición es a las generaciones de la mitad última del siglo XX. Aquellos nacidos del 50 al 90 y que hoy son ciudadanos plenos. Y ahondo más aún, creo….repito….creo, que la generación del medio de este tiempo, o sea la del 70, a la que yo, el que escribe, pertenezco, debe ser la más comprometida. Estos se debe, y no quiero ampliar mucho esta humilde teoría para no ser pesado (ya habrá otro momento) hemos, más que nacido vivido “en carne propia” un tránsito, de mentalidad, de pensamiento, pocas veces acontecido en la historia. La ciencia y la técnica comenzaron, en nuestra época ya madura (1990 aprox), o sea de asimilación; a ver el salto cuantitativo y cualitativo de la realidad circundante, las “velocidades” comenzaron de repente a acelerarse, a un ritmo nunca antes visto. Las mentalidades tecnológicas comenzaron a expandirse y la información fue su arma. Nosotros veníamos asimilando un “paso” distinto al de ahora, y creo que nuestra psiquis, nuestra experiencia, o sea nuestro MENSAJE-LEGADO que cada uno tenemos, debemos dar, ofrecer, donar, desde nuestro espacio….si puede Ser como el mío, desde lo privado….y eso que?, pero el fin, la finalidad, el auxilio, es hacia/para lo público, lo de todos. En estas últimas líneas, sobre lo dicho, no puedo dejar de recordar más palabras, de la magnífica mente Ortegiana:
“…Cada generación tiene su vocación propia, su HISTÓRICA MISIÓN. Se cerne sobre ella el severo imperativo de desarrollar esos gérmenes interiores, de informar la existencia en torno según el módulo de su espontaneidad. Pero acontece que las generaciones, como los individuos, faltan a veces a su vocación y dejan su misión incumplida. Hay, en efecto, generaciones infieles a sí mismas, que defraudan la intención histórica depositada en ellas. En lugar de acometer resueltamente la tarea que les ha sido prefijada, sordas a las urgentes apelaciones de su vocación, prefieren sestear (dormir), alojadas en ideas, instituciones, placeres creados por las anteriores y que carecen de afinidad con su temperamento. Claro es que esta deserción del puesto histórico no se comete impunemente. La generación delincuente se arrastra por la existencia en perpetuo desacuerdo consigo misma vitalmente fracasada”
Cabe aclarar (y se que puedo cansar de aclarar pero no quiero que las idea se bifurque) que en lo referente a las generaciones y a la supuesta “militancia” de una generación en la vocación de actuar en consecuencia; no me gusta y no quiero llevar estas ideas por ese imaginario social impuesto, esa carátula, ese estereotipo, de cuando no referimos a la militancia política. A mí el termino me hace un poco de “ruido”, me tira mucho al partidismo, al caprichismo político, a la homogenización de un pensamiento, una idea, ......lo respeto…pero no va conmigo…creo más “sano” ese pensar desde lo privato-sociale como lo referencian los italianos o lo público-privado en la terminología castellana. Me parece que en estos ámbitos, hay menos grumos mentales para ejercitar el pensamiento, no un pensamiento por el pensamiento, que tiende al yoismo, sino a un pensar altruista, un pensar para un actuar, que por momentos tome distancia comprenda, tome conciencia y luego actúe consecuentemente, y no por inercia de grupo, bandera u manifiesto histórico.  
Siguiendo con este conflicto de la cultura, que aquí se quiere “dejar a la vista”, hay que difundirlo, denunciarlo, decirlo y no engañarse, debatir, hablarlo, y no estar en silencio como esos “políticos” y funcionarios que optaron por principios particulares o por total ignorancia de los que les compete, no contestar ni una sola pregunta que les realicé. Yo estoy consciente, y hay que decirlo, que siempre hubo conflicto en/de la cultura, creo que no cabe duda. Y así se vio en cada momento de la historia, es un proceso dialéctico sin fin, más aún hoy en donde los productos de la cultura nacen y se amontonan incesantemente hasta cubrirnos las narices y hasta los ojos, sin ya poder ver ese horizonte al que toda sociedad civilizada quiere, no solo llegar, sino proseguir en el tiempo en unas condiciones estables para el todo. Todo ello ha agravado más aún este malestar en la cultura, en donde repito, los funcionarios públicos en todos los ámbitos……silencio….ineficiencia…mal desempeño……nada…. ¿Qué pedirles que hagan si no hacen ni hicieron nada al respecto?….me pregunto y les pregunto….¿dónde buscar?....creo yo que debemos volver a los inicios, de abajo a arriba del ciudadano-privado hacia las instituciones públicas y no al contrario…como nos quieren imponer. Porque si sabemos que siempre hay conflicto, ok, pero si sabemos también, HOY donde está. ¿Por qué no actuar sobre el mismo.? Allí debe estar el  brote, la génesis de libertad creadora y constructiva, no esa libertad por puro ser libre, que nos impulsará con fundamento a defender y luchar con más fuerza por la vida, por la cultura.
Nos dice Cassirer: “Hay que comprender y reconocer que la cultura no representa un todo armónico, sino que se halla, por el contrario, plagada de los más agudos conflictos interiores. La cultura lleva una vida “dialéctica” y dramática. No es un simple acaecer, un proceso que discurra serena y tranquilamente, sino una acción que es necesario abordar constantemente de nuevo y que jamás está segura de su meta. De aquí que no pueda entregarse nunca sencillamente a un candoroso optimismo o a una fe dogmática de la “perfectibilidad” del hombre.”
Si vemos entonces que la cultura en general ya contiene o lleva consigo una conflicto continuo; ¿qué podremos percibir y/o decir sobre las políticas culturales públicas?, inmersas en esta conflictividad de nuestro tiempo de lo social próximo, de lo global, sumado  a instituciones que se están desquebrajando, desustanciabilizando, desmoronando( no materialmente, sino espiritualmente), aparecen así las ritualizaciones culturales que tienden al dogma y no a la liberación, en  donde  se perciben y son evidentes la espectacularización cultural al extremo (ya comentada), en donde algunos funcionarios culturales, por su función (valga la redundancia) llena su “agenda”, su trabajo de “cosas” que se pueden decir culturales, sin visualizar u analizar profundamente objetivos, en la realización de valores no solo est-éticos, como abundan; sino éticos, que hacen falta, que son estos último que tienden a proteger, y hacer más rica  la vida, no solo orgánica, sino social, la salud comunitaria,  la vitalidad ciudadana……y estos funcionarios siguen “arañando de los objetos culturales” para llenar su agenda, su trabajo, su función, su sueldo, su prestigio, su, su, su….
Porque una cosa,  son las políticas culturales privadas, que podría decirse de ellas que fluyen total o extremadamente libre, no hay norma, regulación, control, disciplina, ni menos fines éticos o ciudadanos en su realización o al contrario, pueden realzarlos más que las públicas, pero no hay una “ley” que mande. Es la pura libertad del espíritu que hace uso de la cultura para afirmar su existencia…de seres…sentimentales. Las políticas culturales públicas, en varios aspectos, creo yo en su mayoría, están en la linde con las privadas, desgraciadamente.
No por esto quiero banalizar o desdeñar a la cultura privada. El tema es que la cultura de lo público, podríamos decir, va por otra lado, con otro fines, y principalmente tiene unas OBLIGACIONES IMPLÍCITAS.
En estos momentos de crisis, hay que ser coherentes y responsables lo más que se pueda, para así actuar en consecuencia. No se puede seguir Dormidos (Heráclito), en ese sueño idílico del culturalismo, de la beatería cultural que fomentan algunos funcionarios. Las políticas públicas en la llamada “cultura”, -si verdaderamente las hay-, deben ahondar en un replanteo rotundo de esas políticas HOY. Ese giro copernicano que esos funcionarios actuales, los que los reemplacen o los que vendrán, deben realizar, deben mirar, ir, escuchar, tender hacia el ciudadano, y no al puro culturalismo, a la acumulación pos  contemplación pasiva y obnubilada de las formas. Veo que algunos de estos funcionario o “especialistas”, inmersos por opción propia, en una mentalidad, en un mundo de la utilidad práctica, en vez de estar  “acompañando” al humanismo, a la cultura, en definitiva a las ciencias del espíritu, que les podrán trazar y guiar el camino a la mejora, se van por desencanto, por desdén, por creer su inutilidad; y caen rendidos hacia el utilitarismo que le otorgan otras ciencias u áreas.
Al final después de tanto ejercicio dialéctico, parece que respondí (a la fuerza) algunas, o las principales preguntas de las que no recibí respuesta de nadie, y no fue con una idea  a priori de escribir estas páginas, todo se fue dando con el pensamiento, pasando palabra por palabra, idea por idea, en este escrito. Esto me lleva a una segunda respuesta –idea, tal vez arriesgada, pero creo que cuadra con todo lo dicho; la idea puede simplificarse así: que la institucionalización de la cultura para con una sociedad (y no hablo de cultura superior, o sea la educativa-escuela-colegio-universidad) en los tiempos en que vivimos, ejecutada, administrada y regida por la función pública –estado- está tendiendo más a la desintegración o de sustantivación de la cultura, que a fomentarla o enaltecerla, en sentido creadora, o sea que hay, como ya lo he dicho, hacer una reforma de las políticas actuales o legar-ceder a/u otro organismo educativo, asociación, grupo (constituido o no, preferentemente no partidista, responsable, humilde, altruista) a que sean cualquiera de éstos, según su mayor compromiso, los encargados de las políticas culturales públicas.
Los hombres han creado en sus orígenes las formas, las instituciones con fines determinados, acordes a la realización del todo, a la conservación de la vida, de sus vidas. Hoy las instituciones, y hablo principalmente de aquellas que estoy tratando, que son las del estado (municipal, provincial o nacional), las cuales olvidaron sus funciones y están desgastando y yendo contra sus propios principios, arrastrándonos a todos a la desidia cultural…..-si no queremos caer, les pido conciudadanos- actuemos en consecuencia, eso, creo, justamente eso, creo que son en definitiva  POLÍTICAS CULTURALES PÚBLICAS.

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